En noviembre de 1959 se celebró en La Habana el Congreso Católico Nacional. La imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre fue llevada a la capital en el avión presidencial.
Fidel Castro, el presidente Osvaldo Dorticos, y varios ministros y comandantes guerrilleros asistieron a la misa de clausura en la Plaza Cívica (hoy plaza de la Revolución), colmada por casi un millón de personas.
La revista Bohemia dijo que había sido “la más grande muchedumbre jamás reunida en Cuba”. Sería también la última manifestación pública para los católicos cubanos.
Aunque los católicos cubanos, como el resto de los cristianos, fueron en principio participantes activos en la revolución, a la que apoyaron en su lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista, el régimen comunista impuesto por Castro, los persiguió, encarceló, los redujo al silencio y al exilio y en decenas de casos fueron asesinados frente al paredón de fusilamiento.