Entrevista poco conocida a Maceo.
Se termina la guerra del 68, y Maceo visita Nueva York. No ha rendido su espada y queda en pié, al estribo de su caballo, en la protesta de Baragua. Se convierte entonces, en primerísima noticia en la prensa de la Babel de Hierro. Mientras guardan su turno los periodistas de los diarios norteamericanos , un reportero del españolizante "Novedades" lo entrevista. De entrada , lo subestima: el "titulado general". Sin sospechar que años después su campaña de la invasión lo colocaría a la misma altura de los grandes capitanes de la historia. Es ridícula la ignorancia de aquellos plumiferos sabichosos.
Declaraciones de Maceo al periódico NOVEDADES de Nueva York, 12 de Junio 1878.
Entrevista con Maceo. El titulado general José Antonio Maceo, que ha llegado a esta ciudad desde Jamaica en el vapor Atlas, el jueves de esta semana, ha sido objeto de la curiosidad de los reporteros de la prensa de Nueva York, cuyos periódicos han hecho versiones a su manera de las conversaciones teñidas con aquel. Más habiendo visto nosotros las noticias que cada uno daba acerca de la actitud de esta persona, lo mismo que de la forma en que había salido de Cuba, nos decidimos a tener una entrevista con aquel, y al efecto uno de nuestros redactores se dirigió a su casa en el día de ayer, y pudo satisfacer sus deseos celebrando una larga conferencia, en la que se explicó como verán más abajo nuestros lectores.
José Antonio Maceo es un hombre como de 35 años, alto, bien formado, barba muy poblada y no deja de ser reservado al dar ciertas contestaciones, esquivando por completo otras por no convenirle satisfacerlas. He aquí el diálogo a que dio lugar la entrevista.
– ¿Puede usted decirme algo respecto a la capitulación llevada a efecto con el general Martínez Campos?
Debo decir a usted que no he capitulado. A principios de Abril, solicité una entrevista con aquel general, la cual se realizó, pero no pudimos llegar a un acuerdo. No obstante no se rompieron las hostilidades acto continuo, sino que la tregua duró ocho días, transcurridos estos, mis fuerzas tuvieron algunos encuentros con las tropas españolas.
El día 7 del mes actual recibí una orden – que mostró – del encargado del gobierno de Calvar, en que me daba instrucciones para abandonar las filas, rebasar las líneas españolas y dirigirme al extranjero con el nombramiento de Agente General del Gobierno con plazo limitado; debiendo volver a Cuba, si puedo, transcurrido aquel, con los resultados que obtenga en este país.
Debo decir a usted también que el General Martínez Campos, conocía el objeto de mi viaje, tanto que cuando me despedí de El, le dije que venia al extranjero a trabajar por Cuba y para Cuba, a lo que me contestó que ya lo sabía.
¿De manera que trata usted de trabajar aquí en favor de la insurrección?
Si, señor: aquí tiene usted una proclama de Calvar a los cubanos emigrados y que está noche voy a presentar en un club, exitandoles a que me secunden en mis trabajos y me auxilien en la reunión de medios para continuar la guerra.
¿Y como explica usted el que conociendo el General Martínez Campos el objeto de su salida de la isla, contrario a España, no solo le haya permitido salir de ella, sino que lo ha hecho usted en un buque de guerra español?
Yo no se decir a usted, el presidente Calvar creo que ha sido el que ha corrido con estas negociaciones.
¿A qué número ascendían las fuerzas de usted cuando salió usted de la isla?
A esa pregunta no puedo contestar.
-Por aquí corrían Noticias de que sus tropas fraternizaban con nuestros soldados y que se le había desertado a usted mucha gente.
Alguna se me separó, pero esto no tiene por causa La que usted indica; las deserciones han sido siempre muy comunes desde el principio de la guerra.
¿Cuál es el jefe más caracterizado que existía en Cuba a su salida?
Vicente García, que es el jefe militar de las fuerzas cubanas.
¿A qué número ascienden las fuerzas que hoy manda Vicente García?
No puedo contestar a usted.
¿Cree usted que continuarán la lucha los pocos que quedan en armas todavía?
No lo sé
¿Cuál es el territorio que está hoy ocupado por las fuerzas de ustedes?
El territorio es pequeño, es el que se extiende entre el río Jobabo y la punta de Maisi.
¿Cómo verificó usted su salida de la isla? ¿Se embarcó usted en Santiago de Cuba?
No señor, en un paradero antes de esta ciudad desembarque del ferrocarril para pasar al Fernando el Católico que me iba a conducir a Jamaica. En este paradero vi al general Martínez Campos y me despedí de el.
¿Recibió usted buen trato en el Fernando el Católico?
Me trataron con mucha decencia y política.
– No estando sólo con Maceo, pues había con nosotros algunos individuos de la prensa americana, no pudimos ni quisimos alargar nuestra entrevista, y además, porque le oímos quejarse de bastante malestar, a consecuencia del tiempo húmedo que resiente sus heridas. Estas según nos dijo, son veinte y tantas de las cuáles Díez y siete son de balas y las restantes de arma blanca; cuya última circunstancia pudimos notar, por tener las manos con señales evidentes de heridas y mutilaciones en los dedos.