“Esa tierra de Cuba es mi segunda patria” Daniel Santos llega a La Habana en 1946. Daniel Doroteo Santos Betancourt, conocido sencillamente como Daniel Santos, es uno de los cantantes más famosos de América Latina. Nació el 6 de junio de 1916 en Puerto Rico, pero con la certeza que fue “hecho para Cuba”. En La Habana dejó una leyenda, que sirvió de inspiración para el texto del musicólogo Helio Orovio "Daniel Santos en La Habana” donde recrea la huella de este artista por la música cubana.
El cantante llegó a La Habana en 1946, después de un pavoroso terremoto que presenció en República Dominicana. Una de sus primeras presentaciones ocurrió en el programa “Bodas de Plata de Partagás”, de la emisora Radio Cadena Azul, acompañado por la orquesta dirigida por Adolfo Guzmán y Rodrigo Prats.
Respecto a la Capital, el amante del bolero declaró: “era delicioso caminar durante los atardeceres por aquella Habana que entonces poseía los mejores cabarets del mundo, con las mujeres más bellas que hayan visto ojos humanos. (…) Había una intensa vida nocturna que hacían de La Habana el país de la bachata; se escucha música a cualquier hora y en cualquier lugar a través de la radio, victrolas, cines, teatros, hoteles, clubes, playas y en las esquinas de los barrios. Una Cuba hermosa y primorosa”.
A mediados de 1948 canta en Radio Progreso y es cuando el director de la emisora, Manolo Fernández, lo lleva hasta la Academia de Baile, denominada Marte y Belona, en Monte y Amistad. Le pagaron un peso diario, lo necesario para comer y hospedarse en una posada de mala muerte.
Santos hizo de todo durante su estancia en La Habana, especialmente muchas grabaciones y presentaciones exclusivas con el conjunto más famoso de Cuba y de América: La Sonora Matancera. Allí comenzaron los éxitos y las grabaciones, que fueron más de un centenar. Sus melodías más difundidas son Dos gardenias, Que cosas tiene la vida, Bigote gato, Pa´la timba, Llevarás la marca, Obsesión, El preso, Virgen del Cobre, Patricia y Se vende una casita.
Santos falleció el 26 de noviembre de 1992, Cumpliéndose el deseo del propio cantante, sus restos fueron depositados, en el viejo cementerio de San Juan, Puerto Rico. Su compatriota Andy Montañez le cantó Despedida en la ceremonia.
Vivió de una manera rocambolesca como quiso vivir. Fue protagonista de muchos episodios, prisión, persecuciones, broncas de bares; una vida bohemia de película. “Hice tantas cosas en Cuba que si no me mataron fue porque me querían de verdad”, expresó Santos.
Sus canciones son el reflejo de su auténtica personalidad: “Como me da la gana, soy yo/a ti que te importa ahora/si vengo de Cacahuíta /de Guayabita, de Marañón/ Como me da la gana soy yo”.