«Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca»
Esta expresión se utiliza para designar a alguien que comete una torpeza monumental.
Asar la manteca! Tremendo. ¿No?
Pues por increíble que parezca esta acción, no es tan desafortunada o ilógica como parece.
En realidad es una técnica de cocina igual de complicada o más que cualquiera del siglo XXI y que tiene su sentido, a pesar de que a priori creamos que «asar manteca» lleve irremisiblemente al fracaso y la burla.
Burlarse del que asó la manteca es algo relativamente nuevo, o al menos es una frase que no apareció en la literatura española hasta mediados del siglo XIX.
Para entonces seguramente que ya no se acordaban del primer hombre que demostró que asar manteca no era ninguna idiotez:
Francisco Martínez Motiño fue cocinero mayor de Felipe III a Felipe V.
Este cocinero palaciego fue el jefe de las cocinas reales durante la época de mayor esplendor del imperio español y escribió el recetario más importante del Siglo de Oro. Su ‘Arte de cozina, pasteleria, vizcocheria y conserveria’ , publicado en Madrid en 1611 fue reeditado en más de 26 ocasiones.
En dicha receta la manteca no se le derretía. Lo que en realidad buscaba era tostar la superficie externa de la pieza, manteniendo el interior cremoso pero no liquido. Una especie de chicharrón no creen ???? 😄😄😄😄