<<< ¡Apaga y vámonos! >>>
Este dicho suele usarse para dar a entender que en cierto lugar nada queda por hacer …
Simplemente se considera que el asunto ha llegado a su fin, porque ya no se puede hacer nada más al respecto.
Asimismo se puede usar cuando alguien oye o ve algo que es absurdo o disparatado para su manera de ver, y por lo tanto considera que es mejor apartarse de esa situación o hecho o irse directamente del lugar en donde está ocurriendo.
Como se puede observar en todos los casos, lo que subyace como concepto es la idea de alejarse dando por acabado lo que se estaba haciendo ya que no tiene sentido continuar en ese contexto.
La búsqueda de las raices de esta frase nos lleva a un pueblo llamado Pitres en la provincia de Granada. Hace siglos, dos clérigos de este municipio granadino, aspirantes a una plaza de capellán, hicieron una apuesta a ver cuál de ellos celebraba la Santa Misa en menos tiempo.
Tras concluir los preparativos para el desafío religioso y mientras se aproximaban al altar, uno de los curas inició la misa diciendo: «Ite, Missa est», fórmula litúrgica que precedía a la bendición final. El otro, impasible, se giró hacia el monaguillo que sujetaba la vela y exclamó: «¡apaga y vámonos!, que ya está la misa dicha».
Este fue el clérigo que ganó la apuesta ya que para todos fue el que dio la misa más corta.