Federico García Lorca en Cuba:
Su llegada a La Habana fue un 7 de marzo de 1930 y se prolongó hasta el 12 de junio del mismo año. Su misión era la de dictar unas conferencias invitado por la Sociedad Hispanocubana de Cultura, presidida en aquel tiempo por Fernando Ortiz, uno de los intelectuales más prestigiosos de la isla y principal conocedor de la influencia africana en la misma. A él le dedicará Lorca el único poema donde hay referencias explícitas a Cuba, e implícitamente a su música, el «Son de negros en Cuba». Su amistad con Fernando Ortiz debió de ser muy decisiva para entender la cultura negra cubana y diferenciarla de la norteamericana; y lo más importante, identificarla con la suya: «Y salen los negros —nos sigue diciendo en su conferencia sobre Poeta en Nueva York— con sus ritmos típicos del gran pueblo andaluz, negritos sin drama (para diferenciarlos de los negros norteamericanos) que ponen los ojos en blanco y dicen: “Nosotros somos latinos”».
La Habana, la ciudad en la que más tiempo permaneció en su estancia cubana, pero también otras ciudades, sobre todo Santiago, Pinar del Río, el valle de Viñales, Cienfuegos o Varadero, fueron visitadas por este autor, quien llegó a decir que en Cuba «pasé los mejores días de mi vida» o en frases que podemos entresacar de cartas a sus padres: «Esta isla es un paraíso. Cuba. Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba» o «No olvidéis que en América ser poeta es algo más que ser príncipe».