¡Heroico paladín de un pueblo triste!
contra tus enemigos en acecho,
fueron tres las espadas que esgrimiste:
¡la razón, la justicia y el derecho!
Hoy que tu noble cuerpo ya no existe,
hoy que ha cesado de latir tu pecho,
se deja de pensar en lo que hiciste
para pensar en lo que hubieras hecho…
Tu palabra en la tierra fue un encanto,
y el poder que en el ánimo ejercía
tu irresistible seducción fue tanto;
que el solo anuncio de tu muerte impía
llenó a tu pueblo de letal quebranto,
¡y hay quien piensa que vives todavía!
MARTÍ, por Bonifacio Byrne (Matanzas, 1861-1936)
Gracias Enrique Rosua Vega