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HIMNO INVASOR – Enrique Loynaz del Castillo El 15 de noviembre de 1895 el Ejérc

HIMNO INVASOR – Enrique Loynaz del Castillo

El 15 de noviembre de 1895 el Ejército Invasor, al mando del Antonio Maceo acampó en la finca La Matilde en Najasa, la cual pertenecía a José Ramón Simoni, padre de Amalia Simoni.

La casa era un campamento español abandonado con prisa ante la presencia de las tropas. Dentro del inmueble los mambises se encuentran con varios insultos a los patriotas cubanos y en una ventana una bandera española, con unos versos debajo, que nada tenían que ver con aquellos improperios.

Enrique Loynaz del Castillo pidió dejar el escrito, alegó que las letras y el arte bajo cualquier bandera se respetaban porque significaban patrimonio universal y eran ajenos al conflicto de los hombres. En cambio, por el otro lado de la ventana dibujó la bandera cubana y debajo las estrofas de lo que instantes más tarde se entonaría con vehemencia y se convertiría en el Himno Invasor.

El propio Loynaz cuenta que la casa al instante se llenó patriotas que copiaban en el poco papel que tenían aquellas estrofas, algunas de las cuales a medida que fue avanzando la campaña fueron modificadas por él mismo para no avivar odios innecesarios.

Maceo le ordenó a Loynaz entregarle las estrofas al capitán Dositeo Aguilera para que entre ambos hicieran los ajustes musicales y la Banda del Ejército lo entonara. Media hora después estaba listo.

Es así como nace el Himno Invasor, en presencia de Antonio Maceo, del Presidente del República Salvador Cisneros Betancourt y del Consejo de Gobierno, el himno que acompañó a los mambises en toda la Invasión a Occidente, el que tarareaban los patriotas sobre el lomo de su caballo cuando enfrentaban el plomo de los fusiles y la frialdad de las bayonetas.

HIMNO INVASOR

Letra: Enrique Loynaz del Castillo

¡A las Villas valientes cubanos!:

A Occidente nos manda el deber.

De la Patria a arrojar los tiranos.

¡A la carga: a morir o vencer!

De Martí la memoria adorada

nuestras vidas ofrenda al honor

y nos guía la fúlgida espada

de Maceo, el Caudillo Invasor.

Alzó Gómez su acero de gloria,

y trazada la ruta triunfal,

cada marcha será una victoria:

la victoria del Bien sobre el Mal.

¡Orientales heroicos, al frente:

Camagüey legendaria avanzad:

¡Villareños de honor, a Occidente,

por la Patria, por la Libertad!

De la guerra la antorcha sublime

en pavesas convierta el hogar;

porque Cuba se acaba, o redime,

incendiada de un mar a otro mar.

A la carga escuadrones volemos,

que a degüello el clarín ordenó,

los machetes furiosos alcemos.

¡Muera el vil que a la Patria ultrajó!




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