Hola amigos salud@s 🙋♂️aquí les regalo este ESPECTACULAR 👌recuento histórico sobre :
LA DANZA DE LOS MILLONES💰💸 Y LOS AUTOS 🚗 EN LA HERMOSA Y PROSPERA CUBA DE OTROS TIEMPOS👌😍
Nota : les adjunte varios modelos y algunos anuncios de propaganda perteneciente a antiguas agencias existentes en cuba antes de 1959.
En 1903 Cuba y Estados Unidos firmaron el “Tratado de Reciprocidad”, donde los productores cubanos de azúcar comprometían el 20 por ciento del mercado de los EE.UU, sin pagar impuestos de importación estadounidenses.
El azúcar siempre fue uno de nuestros principales renglones de exportación, pero entre los años de 1909 y 1920 tuvieron un descomunal crecimiento. La libra de azúcar pasó a costar de 1,93 centavos de dólar por libra en 1914, justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, hasta llegar a venderse hasta 22,5 centavos de dólar por libra en 1920. Si en 1919 el valor de la zafra fue de 454.5 millones de dólares, en 1920 alcanzó la astronómica cifra de 1005.4 millones de dólares.
Este período, entre 1919 y 1920, en Cuba, es el que conocemos como la “Danza de la Millones”, y realmente fue una gran rumba de millones. Y como generalmente ocurre, los que obtuvieron grandes ingresos les entró el delirio de gastar lo más posible, lo que pudiéramos calificar como un despilfarro colectivo en gastos de opulencia y ostentación.
Esto ocurre cuando ya transitaban en La Habana muchos coches, incluso ya habíamos tenido, en 1906, el primer accidente automovilístico registrado, donde murió atropellado el señor Justo Fernández, en la esquina de Monte y Ángeles; en 1913 ya circulaban más de un millar de automóviles e incluso, en 1917, se había concedido por primera vez en Cuba el permiso de conducir a una mujer, bastante conocida por todos: María Calvo Nodarse, la célebre “Macorina”.
Las importaciones crecían y con ello se ampliaba el disfrute de determinados lujos y se vivían momentos de esplendor. Cubanos que apenas habían visto ni siquiera un mapa en toda su vida, ahora pasaban sus vacaciones en Europa y se iban de compras a Miami. Los escenarios teatrales ofrecían fantásticos espectáculos, beneficiados con los contratos a grandes figuras, sobre todo europeas, que intentaban en nuestra isla alejarse de los escenarios bélicos. Entre otros que nos visitaron podemos recordar al célebre tenor Enrico Caruso, quien en mayo de 1920 actuaría en el “Teatro Nacional”.
La necesidad de mostrar el poder económico alcanzado, hizo que surgiera incluso la “competencia” de quién rodaba el automóvil más caro y lujoso, emulación aún más sorprendente si tenemos en cuenta que se trataba, en muchos casos, de colonos y cosecheros de caña que anteriormente su principal medio de locomoción habían sido los caballos por las guardarrayas de sus fincas. No fue por casualidad que el teatro vernáculo, con su sede mayor en el “Alhambra”, llevara a la escena obras que recreaban aquel ambiente con títulos como “La Danza de los Millones”, “Los millones de la Danza” o “Delirio de automóvil”.
Esta riqueza condujo a gastos extravagantes. Por el Paseo del Prado en La Habana circulaban cientos de nuevos coches, como si fuera la "Fifth Avenue" de Nueva York, y según el “Wall Street Journal” del 28 de junio de 1920, en su mayoría eran de alto precio. Marcas como Pierce-Arrows, Packards y Rolls-Royce resultaron comunes en nuestras calles.
En dicha publicación encontramos el siguiente comentario:
“…el cubano es a la vez un buen gastador y sin dudas también un buen jugador, cuando tienen fondos. Se hace evidente en los hipódromos y los casinos donde muchos que arriesgaban solo $10, ahora apuestan $ 1.000 sin inmutarse. El Casino en La Habana y el juego oficial de Jai Alai son muy frecuentados…”.
La industria del automóvil, de muy buena calidad en la década de 1920, producía una gran variedad nuevos modelos. Recordemos que, en ese período, la mayoría de los soldados que lucharon en la Primera Guerra Mundial a su regreso a casa compraron sus autos. Tener un coche los hacía sentir más libres y hacía que viajar fuera mucho más fácil. Muy pronto casi todas las familias estadounidenses tenían un coche.
Ford se convirtió en el mayor fabricante de automóviles de esa época, siendo los más populares porque resultaban más económicos, pero otras compañías también tuvieron grandes ventas y, sin excepción, todos los fabricantes de automóviles se enriquecieron. La marca Ford era tan conocida que, aunque circulaban otras marcas, a los carros de alquiler se les llegó a identificar por ese nombre, de modo que habitualmente se decía “voy a coger un Ford”, y no “un taxi”.
Cuba, estando en pleno período de la “Danza de los Millones” o de “Las Vacas Gordas” como también se le conoce, representaba un mercado excelente. Si en 1916 ya circulaban en La Habana 4.700 automóviles, “más que en Madrid y Barcelona juntas”, (según nota publicada en el periódico “El Mundo” de Madrid), para noviembre de 1917 en un informe del Ministro de Cuba en Washington, Carlos M. Céspedes, aseguraba que La Habana disponía de 5.000 automóviles ¡solo de alquiler!
Para julio de 1920 ya circulaban en La Habana más de 10,000 automóviles. Hacia el año 1927, se contabilizaban alrededor de 6000 unidades de automóviles solo de la marca Dodge circulando en toda la república. Cuba estaba entre los países con una renta más alta y por lógica también estaba entre los que más automóviles per cápita consumían. Según estadísticas, en 1927 había 13,8 autos por cada mil habitantes.
Prueba indiscutible que confirma estas cifras es, que casi 100 años después, no existe otro país como Cuba que aún en sus calles exhiba ese insólito museo rodante de autos, con diversas marcas y fechas de fabricación.