Hola amig@s saludos 🙋♂️aquí les regalo la Espectacular y muy interesante historia de un artículo cuya presencia es casi obligada para nosotros los cubanos🇨🇺 en nuestros hogares🏚😁sin más 👇:
EL SILLÓN 😁😍
Según Wikipedia, un sillón es solamente un asiento con respaldo, implicando apoyos laterales para los brazos, comúnmente llamados con el mismo nombre: brazos o apoyabrazos. Al menos, el “Diccionario de la Real Academia Española”, en su avance de la vigésima tercera edición, ya ha corregido la definición y dice:
1. f. Silla de brazos que por lo común tiene el respaldo y el asiento de rejilla o lona, cuyos pies descansan sobre dos arcos o terminan en forma circular, en la cual puede mecerse quien se sienta.
Ya podemos, sin dudas, hablar del sillón.
No obstante, para nosotros los cubanos, un sillón es mucho más que eso. Es una imagen de nuestra identidad, una costumbre. ¿Quién que se haya balanceado en un sillón se conformaría con una definición tan escueta y ausente de placer?
El sillón está presente en la mayoría de los hogares cubanos y estoy seguro de que casi todos fuimos arrullados por nuestras madres con su balanceo y, después también lo hicimos nosotros después de una buena comida familiar o disfrutando del fresco en el portal de la casa.
Y este placer de mecerse debe su origen a los campesinos cubanos de principios del siglo XIX, que recostaban sus respectivos taburetes a los horcones que soportaban el techo de su bohío de guano y pasaban sus ratos libres en medio de aquel balanceo. Cuando llegaron al oriente de Cuba los franceses que salieron de Haití debido a la revolución, comenzó una fusión de costumbres. Entre ellas, el hábito que antes pertenecía a los campesinos, ahora también era de los hacendados: inclinar el taburete o cualquier silla y balancearse. Pero el respaldo recto no era cómodo y las patas de las sillas terminaban rotas o desencoladas.
Esto se resolvió en el último tercio del siglo XIX, pues al taburete le acortaron las patas y se le colocaron dos balancines también de madera, el espaldar se arqueó y comenzó a ser sillón. Resultaba tan cómodo, que fue muy fácil que su costumbre pronto se extendiera, con la tradición de tomar té o café al aire libre.
Aunque predominan los de madera elaborada por ebanistas con maderas preciosas como el cedro y la caoba, también se construyeron de mimbre o con rejillas. Adoptó el nombre de “sillón” en el occidente y centro del país y “balance” en la zona oriental.
Otra variante surgida fue la “comadrita”, un sillón pequeño, de uso principalmente femenino y que al no tener brazos permite una mayor movilidad y comodidad a las tejedoras y a las madres que duermen a sus hijos.
Con el siglo XIX ya los cubanos, más informados de los cambios que ocurrían en el mundo occidental, comenzaron a mejorar los ambientes de sus residencias. Se potenciaron nuevas costumbres y esto permitió el surgimiento de muebles que formaron parte de los usos cotidianos. Ya se recibía a los visitantes en la sala, los caballeros tenían sus estudios, las damas sus tocadores… La inserción de la emigración francesa y su influjo en el mundo cotidiano local funcionó…
Más del 55% de los muebles utilizados fueron de manufactura local. Esto ocurría gracias a la existencia de un fuerte gremio de carpinteros ebanistas, que supieron hacer de su oficio un arte.
El viajero francés Auguste Le Moyne, quien visitó Santiago de Cuba en enero de 1841, menciona la presencia de mecedoras en los salones, pues ya era común de que en la sala, alrededor de una mesa central, se colocaran balances o mecedoras de cedro y pajilla, formando dos filas una frente a la otra, entre la puerta de la calle y las que dan al patio.
Otro viajero, el inglés Walter Goodman, en los años de 1850 ofreció esta descripción: “En el centro de la sala suele haber un cuadrado de alfombra, algo así como un piso de estufa fuera de lugar, sobre el cual hay doce mecedoras dispuestas frente a frente como los asientos en los coches del ferrocarril”. Con la saleta, contigua a la sala, se buscaba mayor intimidad y comodidad dentro del hogar. Y allí en encontramos también los sillones y comadritas.
Según algunos investigadores, el sillón es una invención cubana. Se asume su surgimiento en las primeras décadas del XIX y se atribuye a los ebanistas locales, que adecuaron el balancín de origen español utilizado en la mecedora para dormir a los bebés, al sillón con el propósito de balancearse y de crear una corriente de aire que refrescara a su ocupante. Otros se lo atribuyen a Thomas Jefferson y ser creado para su palacio en Monticello (1770).
La viajera sueca Fredrika Bremer en su viaje a Cuba en 1851, comenta sobre la existencia de dos estilos y describe que en las salas de Cuba hay dos filas de mecedoras, unas de estilo español y otras de estilo norteamericano. Las españolas más grandes y pesadas.
También la Condesa de Merlín, en 1840, relata que mientras los hombres se pasean fumando por corredores, las mujeres están sentadas en un círculo de sillas “que se balancean solas”. Otra investigadora explica que a Trinidad la mecedora llegó por vía de Estados Unidos y la población la llamaba “butacas oscilatorias” o “sillas de columpio”.
Mecedora para los españoles, “rocking chair” para los ingleses y norteamericanos, “berceuse” para los franceses… el sillón, el balance se hizo universal.
En la “Gran Exposición” de 1851 se exhibe una mecedora victoriana de tubos de cobre. Era un mueble de hierro ondulado para sentarse a la intemperie, para jardín. En 1860 Michael Thonet, pionero en el diseño de muebles, diseña una mecedora, antecedente de muchas de las que se fabrican y que a todos nos gustaría tener.
En 1944 el danés Juan J. Wegner produce un modelo de mecedora donde pone especial énfasis en la libertad de movimientos y en la ergonomía. Acompañaba esta mecedora un reposapiés, amortiguador casero y un complemento para la comodidad del cuello.
En la década de 1950, los norteamericanos pusieron de moda los sillones de aluminio con cintas de fibra sintética ¿los recuerdan?, y años después inventaron la mecedora horizontal, con una tecnología totalmente diferente a la del balancín, pero que tiene la intención de provocar la misma sensación.
Hoy en día aun disfrutamos de los sillones originales. Son parte de la cultura; el cubano es trabajador, inventor, conversador, baila, juega dominó… y se sienta en el sillón del portal a coger aire fresco.
Los usaron nuestros antepasados y aun en la actualidad, toda casa cubana tiene al menos un sillón. Ya sea como pieza de decoración, por comodidad para leer, conversar, o tejer, como medio de relajación y quizás también como un recuerdo familiar. Pero todavía cuando llega el verano, no hay nada mejor que un sillón👌😍