Hola amig@s😉saludos 🙋♂️aquí les regalo🎁 la Super Espectacular👌y poco conocida historia de:👇
🦅 José Roque Ramírez, 'El Águila Negra'🦅
El cubano 🇨🇺que se convirtió en uno los estafadores internacionales🌎 más grandes de todos los tiempos 😳El Guajiro Que Burló a La Policía👮♂️ De Medio Mundo🌍 y quien fuera indultado en dos ocaciones por 2 presidentes de la República 🇨🇺, Mario García Menocal y Fulgencio Batista😮y de quien existen varios libros que Narran su increíble historia (ver fotos)
Nacido en 1888 en el poblado de Tacajó ,Holguín en la región oriental cubana, fue conocido también por los nombres de Castañón y Belisario Roldán y por los motes de El Doctor, El Ingeniero, El Millonario, El Compadrito… pero el sobrenombre que hizo famoso a José Roque Ramírez, y por el que hoy lo recordamos, fue otro. Nada menos que El Águila Negra. El más sagaz e increíble de los tramposos quien entre otras fechorías como leerán más abajo, le birló en Canada un cuarto de millón de dólares a una anciana a la que había jurado amor eterno. En la Guayana francesa juega a las cartas con el Gobernador General de la colonia y lo despoja de varios miles de dólares. En la ciudad argentina de Bahía Blanca adquiere caballos de pura sangre y toros de raza con destino a su granja experimental, en México, y se escabulle antes de pagarlos. No se marcha del país sin estafar antes a un importante joyero bonaerense por más de 60 mil dólares. Fue, sobre todo, el mago de los tesoros escondidos: simples barras de bronce que hacía pasar como lingotes de oro.
La de El Águila Negra es una vida de novela, en la que, como a un Edmundo Dantés tropical, no falta su Abate Farías. En efecto, en la cárcel de Santiago de Cuba, donde sufrió la primera de las prisiones de su vida, encontró a un verdadero amigo y maestro, El Murciélago. El anciano delincuente advirtió la inteligencia y la audacia del joven imberbe y le enseñó todas las trampas posibles en los juegos de cartas y lo instruyó en el difícil arte de engañar al prójimo. Poco antes de morir, El Murciélago lo declaró su heredero y le cedió, como único legado, un grueso cinturón de cuero. Cuídalo, es de buena piel, comentó al entregárselo. La piel, por buena que fuera, no podía pesar tanto y El Águila advirtió que aquel fajín pesaba mucho. No podía ser de otro modo porque guardaba, en su doble forro, decenas y decenas de monedas de oro.
En la misma prisión El Águila Negra empieza ya a hacer de las suyas y orquesta una gran estafa la cual consistía en enviar cartas a hombres ricos de otras localidades de un cuantioso tesoro cuyo escondite guarda en secreto un oficial preso. Se necesitaba de mucho dinero para sacarlo de la cárcel, pero a cambio el oficial, tan pronto estuviera en la calle, estaba dispuesto a compartir su fortuna con los que lo ayudaran. Las cartas van escritas en el papel timbrado del doctor José Roque Ramírez, abogado con domicilio en Marina número 12, la misma dirección de la cárcel, tiempo después es descubierto por el juez municipal de Arroyo Blanco Pedro Roca, extrañado de no recibir aviso por los más de 3 000 pesos que invirtió en el negocio, tomó el tren con destino a Santiago. Dos años más vinieron a sumarse a su condena .
No cumple su condena al ser indultado por el presidente Mario García Menocal a causa de una carta que El Águila Negra remitió a la esposa de un ministro del presidente Menocal.
Ya en libertad pone en práctica todo lo aprendido con el El Murciélago lo cual le permiten salir vencedor en cuanto juego de naipes participa. En Sagua la Grande, de una sola sentada, acopia 5 000 pesos, y 6 000 en Ciego de Ávila.
Salvó milagrosamente la vida cuando un torero burlado lo tiró al mar desde un trasatlántico en una zona infestada de tiburones y en China se libró en tablitas de la furia de un terrateniente a quien estafó de manera consuetudinaria y que después de hacer que le propinaran una paliza descomunal, lo condenó a trabajar como esclavo en sus arrozales por el resto de sus días. En 1937 estuvo a punto de estafar nada menos que al temido José Eleuterio Pedraza, jefe de la Policía cubana…
Recorre el mundo El Águila Negra. Sienta sus reales en la Ciudad de México, pero Barcelona, Londres, Manila, Shangai, Tokio, Puerto Príncipe, Buenos Aires, San Francisco… serán escenarios de sus estafas. Elegante, bien vestido, con una conversación fácil y amena, deslumbra y engaña a cuantos lo conocen. Los gana a todos con su verbo locuaz, su cordialidad, su gentileza. Se muestra como un caballero opulento y generoso que hace regalos fantásticos a los ricos y sorprende a los que lo sirven con propinas insospechadas.
En la Pampa, Argentina deslumbra a patrones y peones. Se hace llamar Belisario Roldán y es un rico magnate petrolero de Tampico. Los gana a todos con su verbo locuaz, su cordialidad, su gentileza. Se muestra como un caballero opulento y generoso que sabe hacer regalos fantásticos a los ricos y sorprender a los que lo sirven con propinas insospechadas. En Bahía Blanca, también en la Argentina, adquiere caballos de pura sangre y más de mil toros con destino a su granja experimental, en México, y se escabulle antes de pagarlos. No se marcha de la Argentina sin estafar a un importante joyero bonaerense por más de 60 000 dólares.
En la ciudad haitiana de Puerto Príncipe se presenta como un diplomático mexicano interesado en adquirir, por instrucciones de su gobierno, grandes cantidades de café. Es ahora el señor Castañón y pone en su mirilla a un caficultor francés radicado en la isla, el señor Berard, viejo, arisco, egoísta y ambicioso. Le compra todo un cargamento del grano, que no le paga, pero que llega a su destino, en Veracruz. Enseguida le ofrece 100 000 dólares por su posesión y le explica el motivo. Ha descubierto en ella un entierro de barras de oro. No accede el francés a la venta, pero está dispuesto a compartir las ganancias con el cubano. Busca Roque Ramírez un detector de metales, opera el aparato, perciben sus señales y excavan. Cincuenta lingotes salen de la tierra. Raspa Roque uno de ellos y Berard, estremecido, recoge las limallas que luego analizará un joyero. No hay duda posible: es oro puro.
Como nadie en Haití lo compraría, Castañón otorga un voto de confianza al francés y lo insta a que viaje a Nueva York, donde la Casa Morgan se perfila como un comprador seguro. Le pide un favor, que le anticipe 30 000 dólares para emprender cierto negocio no previsto en su presupuesto. Da Berard gustoso el dinero e invita al cubano a que se instale en su residencia hasta que regrese. En Nueva York el fiasco fue total. Eran de bronce los 49 lingotes que llevaba. El que sí era de oro puro había quedado en poder de El Águila Negra, que pidió conservarlo como recuerdo.
El intento de estafar al Coronel Pedraza, el cual fracasa al ser reconocido por un oficial del ejército le costó a El Águila Negra dos años de cárcel, sale de la cárcel debido a la anmistía general concedida por Fulgencio Batista.
En 1943 regresa a México, donde se le tiene como un rico empresario, y se instala en su lujosa residencia de Chapultepec. Lleva esa vez consigo, producto de sus estafas, unos 270 mil dólares. Dos policías cubanos le siguen los pasos. La Habana lo reclama y a sus requerimientos las autoridades mexicanas lo detienen en más de diez ocasiones. Gasta Roque Ramírez una fortuna en abogados que retardan una y otra vez la extradición hasta que, por orden del ministro del Interior, lo confinan en la prisión de Lecumberri. Alega Roque Ramírez su nacionalidad mexicana, pero son falsos los documentos con que pretende avalarla y Cuba demuestra que no se trata de dos sujetos con el mismo nombre, sino de un solo hombre con dos personalidades.
En la tarde del 5 de agosto de 1944 llega a Rancho Boyeros el avión que trae a Roque Ramírez, El Águila Negra, para pasar en el castillo del Príncipe la más larga temporada penitenciaria de su vida. en el año 1953, producto de la gestión de un oficial del ejército de Batista el cual intercede por su persona y logra su indulto.
Batista lo indultó en 1953 y enseguida se trasladó a México con su familia. Allí murió en 1967, de un derrame cerebral, a los 80 años de edad.