Homenaje al apóstol!
«Fábula de la costurera y el desalmado»
El día de ayer fue para mí anecdótico y me dejó una buena enseñanza.
Fui a llevar ropa a remendar y al llegar a donde estaba la señora, una vecina mía de unos 80 años y a la que por años siempre he llevado estos trabajitos, esta se mostró abatida, preocupada y hasta imposibilitada de cumplir con la tarea. Resulta que entre lágrimas y desaliento me dice Celia, así se llama mi vecina, que su casa está prácticamente a oscuras y ella casi no ve, solo conserva un bombillo y que cuando este se rompa no tendrá dónde comprar otro. Sumida en su miseria que es la misma que abarca a casi el cien por ciento de los cubanos finalmente fue incapaz de negarse.
Un rato más tarde me llamó un amigo de afuera de la capital, desde la provincia de Granma al que por años he ayudado. Un amigo de apenas 20 años al que por 6 años ayudé económicamente, al que mi esposa y yo llevábamos de vacaciones, un amigo que hace apenas un año pedía por su pueblo dos mil dólares prestados al garrote para viajar a Nicaragua e intentar llegar a Estados Unidos con un grupo de amigos que finalmente resultaron deportados a Cuba y endeudados por años, le aconsejé, se molestó, me molesté y finalmente entendió que esa no era la mejor vía para hacerlo. Un amigo que luego accedió a una carrera de medicina y que hoy mientras estudia vive en las sombras de la reventa de productos que adquiere en MLC, y no lo juzgo!
Este amigo me llamó para decirme que desista de mi posición en contra de la injusticia que hoy se vive en Cuba, me pidió que pensara en mi bebé de dos años y aunque me llamó gusano dos veces me explicó que él es apolítico porque prefiere no meterse en nada porque al final no se gana nada oponiéndose al gobierno porque cada cubano tiene que arreglárselas como pueda. Puse mi cabeza en la almohada y ya tarde en la noche no podía dormir, pensaba en la enseñanza que me había dejado el día y ya de madrugada tuve que escribir.
Si es precisamente porque pienso en mi hija que llevo mi lucha, porque no quiero heredarle un país en ruinas, no quiero que vea pasar su vida en la esperanza de algo que nunca llegará, en la promesa de algo que teóricamente no es posible y en la práctica nunca se implementó con éxito en lugar alguno. No quiero que a mi beba se le escurra la vida entre mentiras, lineamientos, ordenamientos y rectificaciones, el argumento de desistir de mis ideas y principios pensando en mi hija no es para mí válido. Prefiero una hija infeliz porque perdió a su padre peleando una causa justa que una hija infeliz porque su padre no hizo nada por mejorar su destino.
La moraleja de mi día fue clara, una persona noble aún cuando no posea una depurada cultura, aún desde la peor miseria siempre será una persona digna y buena sin embargo un ser humano sin principios, sin objetivos, sin convicción, sin ideología siempre será mezquino y vacío no pasará de ser una persona que vive sin sensibilidad hacia sus semejantes y que aún cuando hoy camine y respire, mañana parecerá que nunca existió.
MV
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