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Hoy les quiero comentar algo acerca de Céspedes y la masonería. Las imágenes que

Hoy les quiero comentar algo acerca de Céspedes y la masonería. Las imágenes que utilizo son de la verdadera Plaza de la Revolución de Cuba, no la que nos implantaron después del 59. Aquí podemos ver la escultura de Céspedes (hecha por masones y luego del 59 le quitaran la tarja con la inscripción, aunque no pudieron borrarlo del todo pués aún se puede apreciar el espacio que icupaba la dedicatoria masónica) entre las dos banderas ( único lugar en Cuba en que ambas están a la misma altura) y de espaldas a nosotros, justo frrnte a Céspedes vemos a Perucho Figueredo. Otra nota, Céspedes es el verdadero padre del ajedrez en Cuba. Espero sea de su agrado.

Artículo de Fernando Figueredo Socarras ayudante de él y hermano de gran aporte a la masonería, quien llegara a ser Gran Maestro de la masonería en Cuba. No deja de emocionar el fragmento: 👇🏽
“(…) yo no he visto uno que haya manejado el mallete con más gracia y desenvoltura; uno que haya ocupado el augusto sitial del Venerable Maestro con más circunspección que aquel Venerable Maestro de la Logia Manzanillo.
Él en sus procedimientos tomaba algo de distintos autores y mucho, la mayor parte, de sí mismo. Era ritualista: para él la forma era el todo y guardaba esta aún en los trances más difíciles. Siempre cortés, afable, respetuoso, comunicativo”. (p. 23)
Entre los libros usados por Céspedes estaba el de Viriato de Covadonga y el de Andrés Cassard.
La logia Manzanillo desapareció al comenzar la Revolución el 10 de octubre de 1868. Carlos Manuel de Céspedes, ya convertido en el líder de esa Revolución, decidió fundar una logia mambisa, destinada a satisfacer las necesidades espirituales de los combatientes.
La logia Independencia surgió, en Guáimaro, a partir del 10 de abril de 1869, cuando se proclamó la República en Armas. Los “oficiales fijos” eran: Céspedes, el Venerable Maestro; Mariano Acosta, el secretario; Ramón Céspedes, el orador. Francisco Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, Francisco Maceo, Salvador Cisneros y Donato Mármol estuvieron entre los “operarios del Templo”.
Francisco Arredondo Miranda (camagüeyano) construyó los instrumentos para las ceremonias, que se hacían con “todas las reglas del ritual”.
La logia resultaba itinerante. Se movía con el Presidente de la República en Armas. Las sesiones eran al aire libre en “grandes ranchos de guano y yagua”. Los utensilios se transportaban en el lomo de un “mulo masón”, junto con el equipaje del Venerable Maestro.
Una parte del “material de la logia” fue ocupado por los españoles y se conservaba en el Museo de Artillería, en Madrid.
Según Figueredo:
“(…) las iniciaciones eran continuas; los trabajos no se interrumpían nunca y hubo iniciados, que después de recibir el primer grado, venían de grandes distancias en los días señalados a tomar sus grados de Compañero o Maestro. El orden y la compostura eran perfectos. (p.25)
[Céspedes] era un masón convencido y creía que su misión era extender sus principios hasta los últimos confines de la sociedad, muchos, atraídos por su palabra, dominados por su elocuencia, se hacían masones en el seno de la logia, en sus sublimes peroraciones. (p.24)
(…) Por fin la crudeza de la campaña nos obligó a suspender los trabajos (…) no sin haber hecho antes el buen servicio para que ella fuese creada, no sin haber inundado el país de buenos y dignos masones que allí en el campo de la práctica lucharon incansables por el perfeccionamiento de la Hermandad” (p.25).


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