Sobre el tratado “La futura esclavitud”, que analiza Martí, comenta Valdés Vivó:
Por odio a la revolución de nuestros trabajadores, campesinos y estudiantes, los confabulados con el amo yanqui destronado en Cuba aspiran a regresar al pasado, acuden a falsificar el pensamiento de Martí. Ilustran a plenitud sus groseras tergiversaciones las que hacen con un artículo suyo sobre un libro de Herbert Spencer.
Y con el propósito de destruir tergiversaciones trae las suyas que consisten en destacar sólo una parte en el análisis de Martí, o manejarlo a capricho. Tergiversar es eso, del latín tergum y versare, volver al revés, y así los juicios falsos no son más que lo contrario de la verdad: en lugar del conjunto de cuanto llega al observador, se prefiere lo que conviene a quien lo cita. Y Martí advierte ese peligro en el mismo escrito sobre Spencer, pues le censura que “de fijarse mucho en la parte [el peligro socialista], se le han viciado los ojos de manera que ya no abarca con facilidad natural el todo [que debe incluir la justicia social]”. Al mentiroso le basta “la parte”; la verdad exige “el todo”.
Poco afortunada ha sido, entre las grandes virtudes de Martí, su honradez intelectual. Ella lo llevó a decir sin disimulo cuanto su inteligencia descubría, lo bueno y lo malo de las ideas, de los hombres y de las cosas. Y es por esa noble cualidad que en él no necesita lupa la trampa para callar su hambre: con mala voluntad, de lo suyo saca lo más cercano a su opinión el tramposo.
Conviene saber cómo llegó a manos de Martí ese tratado de Spencer. “The Coming Slavery” se titula, y es el segundo de los cuatro capítulos de su libro The Man versus The State, publicado en Londres en 1884. Martí tradujo el título con cierta libertad como “La futura esclavitud”, alejándola en el tiempo, y no como quiso decir Spencer según su escrito, la esclavitud que se acerca, o quizás la llegada de la esclavitud. En el mismo número de La América donde apareció el trabajo de Martí, cuenta cómo supo de la obra de Spencer. La encontró en The Popular Science Monthly que publicaba la casa Appleton, para la que en esos momentos hacía traducciones. Desde ese anuncio deja ver la dirección su juicio; dijo:
El número de abril del Mensuario de Ciencia Popular viene tan sólidamente hecho, que pesa como una biblioteca, y deja tanto fruto como ella… Ahora, en un solo número de periódico, un pensador, Herbert Spencer, señala el riesgo que ciertos pueblos modernos corren de caer en un degradante socialismo.
“La futura esclavitud” era pues, para Martí, producto de “un degradante socialismo”, y con parecida opinión empezó su ensayo: “Herbert Spencer quiere enseñar cómo se va, por la excesiva protección de los pobres, a un estado socialista que sería a poco un Estado corrompido, y luego un Estado tiránico”.
Se debe ir al original de “The Coming Slavery” y cotejar lo que Martí glosó de Spencer y lo que hay de su propia cosecha. El inglés vivía obsesionado con la creciente intervención del Estado en la sociedad. La edición de 1994 de The Man versus The State, de Cambridge University Press, cita una carta de Spencer, de poco antes de la publicación del libro, en la que le confiesa a un amigo su exasperación por el progreso del comunismo (“For some time past I have been getting more and more exasperated at the way things are drifting towards Communism, with increasing velocity”).
Lo primero que sorprende al leer los comentarios de Martí es ver cómo reaccionó de manera tan comedida ante algunas de las torpes opiniones de Spencer, él, que el primero de setiembre de ese mismo año escribiría para La Nación, de Buenos Aires, al ver los niños pobres en Nueva York: “Digo que éste es un crimen público, y que el deber de remediar la miseria innecesaria es un deber del Estado”.
Podría explicarse la discreta reacción de Martí ante Spencer por los intereses que tenía Appleton en la obra del inglés, tan famoso en sus días como Darwin, por lo que reprodujo The Man versus The State en libro tal como había aparecido en The Popular Science Monthly. Pero parece que el tiempo no disminuyó el aprecio, el respeto, al menos, de Martí por Spencer: en poder de sus alumnos pobres de La Liga andaban obras de Spencer, y en el discurso ante los delegados hispanoamericanos a la Conferencia Internacional de 1889, puso Martí a Spencer como símbolo del pensamiento junto a Bolívar representando la acción: “Nuestra América de hoy heroica y trabajadora a la vez, y franca y vigilante, con Bolívar de un brazo y Herbert Spencer de otro”.
A continuación, sólo como ejemplo, se transcriben pasajes del escrito de Spencer con sus ideas sobre la pobreza y sobre la intervención de Estado para remediarla; dijo de los pobres y de quienes los defendían:
Those whose hardships are set forth in pamphlets and proclaim in sermons and speeches which echo throughout society, assumed to be all worthy souls, grievously wronged, and none of them are thought of bearing the penalties of their own misdeeds… They are simply good for nothings, who in one way or other, live on the good for something, vagrants and sots, criminals and those on the way to crime.
¡“Los pobres de la tierra!”, de Martí. Y Spencer repudia la forma en que el Estado quiere combatir la miseria, en lo que descubre el peligro socialista:
The current assumption is that there should be no suffering, and that society is to blame for that which exists. The services of each will belong to the aggregate of all; and for these services, such returns will be given as the authorities think proper… “But why is this change described as ‘the coming slavery’”? Is a question which many still ask. The reply is simple. All socialism involves slavery… The final result will be a revival of despotism. A discipline army of civil officials like an army of military officials give supreme power to its head… It would need but a war with an adjacent society, or some internal discontent demanding forcible suppression, to at once transform a socialistic administration into a grinding tyranny like that of ancient Peru.
Martí, que coincide con Spencer en condenar los métodos del “degradante socialismo”, le reprocha al inglés su insensibilidad ante la pobreza, y comenta:
No señala con igual energía, al echar en cara a los páuperos su abandono e ignominia, los modos naturales de equilibrar la riqueza pública dividida con tal inhumanidad en Inglaterra, que ha de mantener naturalmente en ira, desconsuelo y desesperación a seres humanos que se roen los puños de hambre en las mismas calles por donde pasean hoscos y erguidos otros seres humanos que con las rentas de un año de sus propiedades pueden cubrir a toda Inglaterra de guineas.
Cuando conviene a su interés, Valdés Vivó destaca partes del análisis de Martí sobre esta obra de Spencer, por ejemplo: su critica al aristócrata para quien contaba poco “la gente baja”; su condena de “los juegos corruptores de la bolsa”; su protesta por “el enlodamiento, agusanamiento y podredumbre en que viven las gentes bajas de las grandes poblaciones”; pero duda si las reservas de Martí ante el socialismo de que habla Spencer son del inglés o de Martí, y se pregunta ante ellas: “¿Pensaría así Martí?” Y Martí como que contesta desde su mismo escrito con estas palabras:
Teme Spencer, no sin fundamento, que al llegar a ser tan varia, activa y dominante la acción del Estado, habría éste de imponer considerables cargas a la parte de la nación trabajadora en provecho de la parte páupera… Con cada nueva función [del Estado] vendría nueva casta de funcionarios… De ser siervo de sí mismo pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre.
Martí suscribe cuanto dice Spencer, “no sin fundamento”, sobre el Estado limitando los derechos individuales. Basta cotejar lo escrito por Martí con lo que escribió el inglés para saber lo que es suyo. Cuando Martí cita las palabras del otro las pone entre comillas, y hay juicios e ideas de Martí que no están en el tratado de Spencer.
Otra vez en el análisis de “La futura esclavitud” aparece su visión sobre los problemas sociales: ¿La insensibilidad de Spencer ante la pobreza? No. ¿El socialismo de Estado que Spencer condena? Tampoco. Él quiere toda la justicia al amparo de la libertad toda, y tergiversa su pensamiento quien esconde o tuerce una en beneficio de la otra.
Conmueve esta recomendación de Martí al final de su escrito: “Nosotros diríamos a la política: ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra”. Pero sin consuelo, sino con más dolores, como lo probó la historia, jamás habría disculpado Martí el marxismo-leninismo; ni el yerro (como el hierro que se le ponía al esclavo) del “socialismo de Cuba”, también sin consuelo y cuajado de sufrimientos y fracasos.