José Rosario Oviedo. Bailador de Rumba cubano quien con el tiempo se convertiría en Malanga. Gran exponente de la Rumba Columbia, nació el 5 de octubre de 1885 en el Ingenio “La Esperanza”, del partido de Alfonso XII (Alacranes), su madre la esclava Funciana Oviedo era propiedad de los herederos de Esteban Santa Cruz de Oviedo, fue bautizado el 29 de noviembre de 1885 en la iglesia parroquial de San francisco de Paula de Alacranes como “hijo de padre no conocido” y apadrinado por su abuelo materno el moreno Esclavo de nación conga José Quintero y la morena Saturtina Oviedo, madrina católica que se desempeñaría como su madre de crianza que se encargaría de colocar en su corazón a sus ancestrales signos africanos.
El nacimiento de José Rosario se produjo quince años después de la proclamación de la “Ley del vientre libre” (4 de julio de 1870) y a cinco años de haberse promulgado la “Ley del Patronato” (13 de febrero de 1880) como puede apreciarse fue una época de transito marcada por la abolición de la esclavitud en 1886. Ese contexto condicionó las precarias condiciones en que transcurren sus primeros años en una familia matrifocal compuesta por una madre exesclava y varios hijos que tienen primero que deambular entre antiguos ingenios convertidos en colonias cañeras, entre ellos “Majagua” o “San Gonzalo” propiedad de los descendientes de Gonzalo Alfonso hasta llegar a asentarse en el perímetro urbano de Unión de Reyes donde sobrevivieron algunos de ellos sucesos de gran impacto en esa localidad como la Reconcentración de Weyler.
En esa pobreza extrema es que Saturnina Oviedo los protege y acoge en su casa de la calle Barrera permitiéndoles que vivan Funciana y sus hijos en una accesoria continua a la casa, el pequeño Malanga gana el cariño de sus hermanos de crianza y en medio de esa familia grande se abre paso, en ese hogar donde la religiosidad y la música se funden con fuerza de tradición.
Asiste a la escuela y aprende lo elemental para ocuparse del trabajo ocasional, su clara inteligencia le permite abrirse paso en medio de las agobiantes y duras faenas que tuvo que desempeñar durante esos años, ocupado como mandadero y en diferentes oficios demostró desde muy joven sus habilidades como bailador y en todo tipo de fiestas populares Malanga se convirtió en una atracción para toda la población.
Evangelino Drake fundador en la década del 40 del rupo Arabba, afirmaba al ser entrevistado en 1986: “… Cuando yo tenía 7 u 8 años lo conocí bailando con un vaso de ron en la cabeza y 6 botellas en el suelo que Malanga no tocaba, lo que más bailaba era Columbia con acompañamiento de cajones, formaba la rumba en cualquier lugar.
Fue el primero que empezó a bailar con cuchillos y arcos de barriles. Se amarraba un pañuelo en las piernas, era muy jaranero y guarachaba con la gente, bailaba sones y danzones pero la rumba era su preferida y como pareja Aguedita Álvarez lo acompañaba…”
Es el testimonio de un niño que lo contempló bailar cuando Malanga estaba en el esplendor de sus condiciones como rumbero, tenía alrededor de 25 años y se enrolaba en cuanto acontecimiento social ocurría en el pueblo a fin a su condición de músico y bailarín.
Testimonios acerca de su imagen.
El testimonio de Dalia Valera, una de sus contemporáneas debe tenerse en cuenta para conformar la imagen de quien no deja muestra gráfica de su existencia, ningún fotógrafo lo capto a pesar de la admiración que suscitaba, lo que alimentó entre otras cosas, la leyenda:
“…Era bajito, prieto, gordo, barrigón, de ojos saltones y expresivos, nariz afilada, con marcas en la cara como de viruela: hombre de muchas mujeres, fiestero, simpático, ocurrente, además persona bien llevada y querida por todo el pueblo…”
Tal vez ese físico determinó el sobrenombre que siempre le acompañó, aunque resulta interesante esta definición sobre el termino de “Malanga” que apunta Fernando Ortiz en su nuevo catauro de cubanismos:
“…Esto hace suponer que malanga se derive de Ma + loango, nombre que antaño se dio al Reino de Loango, como se dijo Mayomba por Ma + Iomba, Manicongo por Mani + congo, etc. Ma en lengua de Loango significa “rey” y se antepuso como prefijo por los portugueses al verdadero nombre del país (…) Malango equivalía a Loango y Malanga debió de introducirse en el lenguaje de los descubridores y negreros como adjetivo “de Loango”…”. Es coincidente que fuera Malanga un autentico rey de la rumba, tenga o no este apodo intencionalmente las revelaciones de sus ancestros de esa región africana, dada su evidente ascendencia conga.
La citada testimoniante Dalia Valera agregada: “…Nunca se quiso retratar..” y aporta no solo sobre la imagen sino además sobre el movimiento de la figura.
Tatín Aguirre, unionense amigo de Malanga relataba que este era un negro bonito, muy enamorado y aceptado por las mujeres con mucha facilidad.
El bailador integro del primer grupo tradicional de raíces afrocubanas que reconoce el territorio “Los Rumberos”, que se abrió paso en los escenarios locales admirados por cuantas personas presenciaban su manera de tocar y danzar realzando cuanto espectáculo animara ya fuera fiesta, verbena, ritual o mitin político.
“…Malanga era único como rumbero lo hacia en la punta de los pies como un bailador de Ballet que ejecutaba complicados pasos de rumba, lo hacia con vasos llenos en la cabeza, con complicados movimientos y sin embargo ni derramaba el líquido. Los músicos que le acompañaban sonaban cucharas, cajón y cencerro. Ellos eran: Angel Timbo, Angel Calazán, Faustino Drake y Donato Torres. Cuando bailaba nadie podía apartar de él la vista, era como un imán…”.
Faustino Drake, su entrañable amigo, conocido como “quinto” de ese grupo de rumberos que tocaban cajones y cencerros evocaba en sus recuerdos: “…Era un bailador muy ágil, lo que le permitía usar cuchillos y ponerse vasos en la cabeza bailando sin derramar el líquido, tenía increíbles movimientos y el grupo lo seguía aunque le gustaba bailar hasta extenuarse; Pepe Serna, natural de Bolondrón y rumbero blanco del Teatro Alambra, le gustaba invitarlo a La Habanaa bailar en ese Teatro donde la gente se quedaba boba mirándolo, pero a él no le gustaba bailar encerrado, la rumba que le salía era de improvisar, sacar pasos nuevos, bailar al aire libre…”.
Malanga también tenía una faceta que no ha sido muy conocida, su popularidad le permitió desempañarse como agente político del Partido liberal en Unión de Reyes, lo que era muy oportuno para los que deseaban que las atracción natural del bailarín se convirtiera en votos arrasadores en las elecciones.
El alcalde unionense Clemente Mesa, médico, colono y jefe de los liberales locales lo consideraba uno de sus mejores colaboradores, por ello en muchas ocasiones le pedía a las autoridades policiales en notas que se hicieron famosas en el pueblo “Malanga quiere divertirse” para autorizar una improvisada fiesta en cualquier esquina.
Blanca González Quevedo, hija de Ramón González Quevedo, líder de los conservadores unionenses en esa época contaba que la lidia entre estos dos eternos contrincantes: Ramón y Clemente, era amenizada por los músicos locales Malanga y Faustino, el primero liberal y el segundo conservador, lo que determinaba que el grupo de rumberos lo mismo tocara “La Chambelona” que “La Conga”, las dos melodías rítmicas que identificaban a ambos partidos después de 1908.
En esas primeras décadas republicanas como un elemento interesante para contribuir al proceso de aglutinar multitudes realzando los factores psicosociales del cubano, los jefes políticos locales usaron la percutida sonoridad de las congas y Comparsas para llenar los escenarios de sus mítines políticos, José Rosario Oviedo (Malanga) fue protagonista consciente de esos influjos y abrazando la bandera del partido liberal se convirtió en el período posterior a 1912 en persona que atraía a sus coterráneos desde su condición de artista popular.
En torno a estos sucesos cualquier consideración ideológica nos remite al reconocimiento del predominio de la ignorancia en sectores negros y mestizos caracterizados por el bajo nivel de vida con su correspondiente analfabetismo e inestabilidad laboral presentes en esas primeras tres décadas del Siglo XX .
Era también el momento en que se producía, sobre todo a partir de 1909, la irrupción en los campos unionenses del gran capital norteamericano a través de la Cuban Cane Sugar Co. Amparados por el National City Bank of New York para adquirir las otrora extensiones azucareras de los ingenios devenidas por los efectos devastadores de la guerra en fincas fragmentadas e hipotecadas que cayeron en manos de los estadounidenses entre 1909 y 1934.
A partir de 1914 en Unión de Reyes como en la mayor parte de las tierras matanceras se hizo muy aguda la disminución de oferta laboral, mientras que en regiones como en Camagüey se producía una intensa expansión azucarera con una demanda masiva de fuerza de trabajo en zonas de muy baja densidad poblacional lo que determinó la atracción de un fuerte movimiento migratorio sobre en época de Zafra azucarera.
Por raro que parezca la mayor parte de estos hombres iban y venían, regresaban a su tierra natal donde habían dejado fuertes lazos parentales, hijos, esposas, madres, padres, hermanos. José Rosario Oviedo formo parte de aquellos contingentes de obreros, según la tradición oral, no en condición de simple trabajador sino en una especie de jefe de cuadrilla que trasladaba hacia el triángulo azucarero Florida, Morón y Ciego de Ávila, el grupo de trabajadores de su localidad y zonas colindantes que se enrolaban en cortes de caña y otras faenas similares.
En 1927 se suceden para Malanga, que cuenta con algo más de 40 años, una cadena de acontecimientos desfavorables, lo engaña Chiquitica una de sus mujeres reconocidas en el pueblo, muere su pequeña y al perecer su única hija Bernarda y es amonestado por un sargento de la policía simpatizante del partido contrario al suyo. Con una profunda pena parte hacia Morón en compañía de varios amigos, entre ellos Faustino Drake a quien lo une un profundo afecto, Malanga queda solo, al Faustino regresar por problemas familiares.
Muerte de Malanga
Contó Crescencio Hernández “ Chencho”, varias décadas después, que alrededor del mes de julio o agosto de 1927 acompañó a su amigo Malanga a una fiesta en la cuartería de Ceballos, que en ese lugar se daba una gran fiesta a los santos y que el unionense, Chencho era de Morón, se empeñó en una competencia de rumba con los reconocidos Chenche y Mulense y que estos al verse aventajados por el matancero lanzarían un sórdido maleficio.
En el banquete le sirvieron arroz con quimbombó y carne de puerco y que en esa comida se ocultó el vidrio molido con que mataron a Malanga pues este se fue de la fiesta doblándose de los dolores en el vientre y nadie más lo volvió a ver.
El final es aún un misterio, a pesar de las pesquisas realizadas en la región de Ciego de Ávila y Morón los resultados de la búsqueda de sus acta de defunción en los registros civiles de la región no han ofrecido información, es ese un período en que la violencia, los homicidios de “personas desconocidas “ se muestran en los documentos de estos registros, las agresiones físicas y la criminalidad social eran en ese período alarmantes, las estadísticas cubanas muestran en esa época una de las mayores Tasas de homicidio hasta mediados del Siglo XX. En este caso evidentemente el crimen se trato de ocultar.
Vivencia del Rumbero mayor en el poblado Unionense
En Unión de Reyes como en Morón se recuerda con cariño y admiración al rumbero mayor y él en su tierra natal sigue representando el enorme alcance de lo popular en la memoria viva de los pobladores. Los santeros unionenses con un recordado “levantamiento del plato” marcaron la despedida o la entrada definitiva de sus presencia en el altar de los ídolos adorados en aquel ritual de Agosto de 1927 con un gran contenido transcultural y que se desarrolló en la casa de su padrino “de santo” Serapio, marido de Saturnina Oviedo, surgiría de la espontaneidad de su amigo Faustino Drake el Guaguancó que luego Roncona se encargaría de popularizar en las emisoras radiales nacionales.
Malanga fue alegría, ritmo, rumba, sensualidad y sonoridad, sin embargo su recuerdo el mayor que se lanza a la posteridad, emitido con agudeza por sus compañeros de juergas y sin sabores, mezcla en su vida la alegría y el dolor:
Lugar donde se celebran acontecimientos relacionados con la cultura Afrocubana
Areniye oh/
Siento una voz que me dice
Areniye oh/]
Siento una voz que me dice:
Malanga murió
Unión de Reyes llora,
Como Malanga murió
Unión de Reyes llora
a su timbero mayor
Que vino regando flores,
desde Matanzas a Morón
Canto al Rumbero Mayor
Malanga baila en la mesa,
Malanga acelera el paso,
Malanga se pone un vaso
de aguardiente en la cabeza
Baila con la fortaleza
que de la sangre le brota.
Gira, se mueve, rebota,
desde el tacón a la frente,
pero el aguardiente
del vaso no se le bota.
Lo aplauden los liberales,
lo admira el conservador,
Baila el timbero mayor
se escapa de sus cabales.
Se estremecen los portales
se mueve la calle dura;
Malanga es una locura,
una fiebre bailadora.
África echa tumbadora
se le prende a la cintura.
Repica el bongo, retumba
la tumba como en un sueño.
Malanga se siente dueño
absoluto de la rumba.
Malanga gira, se tumba
al tablado de la mesa.
El cuero se aplaca, cesa
la fiebre, el ritmo del paso:
¡Malanga se bebe el vaso
que tenía en la cabeza!
Fernando García González, Unión de Reyes. 1985