La "charada" o " bolita"
Este juego, oriundo de Asia, fue introducido en Cuba por los chinos que vinieron en el siglo XIX a establecerse en Cuba. Su nombre original era Rifa Chiffa y se generalizó de a tal extremo que las autoridades pusieron en práctica cuantos medios tuvieron a su alcance para su erradicación. Las intervenciones que lograron hacer las autoridades a sus practicantes fueron famosas por las cantidades de dinero que se ocupaban y el crecido número de jugadores que se detenían.
Una persona cualquiera que contara con fondos suficientes, podía asumir las funciones y el nombre de banquero, y establecer una casa para este juego; para ello formaba o trazaba una figura humana más o menos imperfecta, cuyo cuerpo dividía en treinta y seis partes, dando a cada una el nombre de un animal. Separadamente tenía en su poder, dibujados en papel o hechos en madera, los treinta y seis animales que constituían el cuerpo. Para empezar el juego, el banquero tomaba, sin que ninguna persona lo viese, uno de dichos animales y lo colocaba perfectamente tapado con un pañuelo, en un lugar visible de todos los jugadores (a esto lo llamaban colgar el bicho). En ese momento los «listeros» salían por las calles y casas a la venta de papeletas; cada una llevaba, en caracteres chinos, escrito el nombre de uno de los treinta y seis animales. El comprador podía elegir el que más le gustara y apostarle la cantidad que estimara oportuna.
Hecha la compra, el listero, con una tira de papel que llevaba, anotaba la papeleta vendida y la cantidad apostada, continuando estas operaciones con los demás compradores hasta media hora antes de la fijada por el banquero para descubrir el animal tapado; durante esa media hora debían entregar al banquero las listas de apuntes efectuados y las cantidades recaudadas.
Llegada la hora que se fijaba, descubría el banquero el animal, que hasta entonces continuaba tapado; los que apostaban a el ganador le abonaban treinta veces una cantidad igual a la que había apostado, quedando al banquero, como utilidad, las demás cantidades ingresadas por el juego del resto de los animales no premiados. Además se abonaba a cada listero con el diez por ciento de lo que había recaudado en el día.
Este juego, al propagarse en el país, sufrió alteraciones, aumentándose con cuadrillas, peones, compañeros, etc., formándose con ello tal maremágnum, que se hacía difícil entenderlo, viniendo esa confusión a facilitar que fueran estafados muchos de sus jugadores. El juego de compañeros, peones y cuadrillas se diferenciaba del anterior, en que en vez de apostar a un solo animal o número, el chino banquero tapaba varios de los números a la vez y solo resultaba premiado el que adivinaba toda la combinación. Por supuesto el total del premio subía al igual que el costo de las papeletas que se vendían. Además también de esa época vienen los famosos versos, que aún hoy en día los jugadores clandestinos de la charada usan, y que suponían ser una especie de sugerencia-adivinanza de los números que saldrían premiados. En realidad esos acertijos los formaban los banqueros sin seguir ningún método real, creándolos a su inspiración y capricho.
Las autoridades recogían en el código penal castigos a los listeros y banqueros, con penas de arresto y multas que podían ir desde 325 hasta 3250 pesetas. Como ven originalmente solo eran 36 números que luego fueron aumentando hasta alcanzar los 100 que hoy componen la charada cubana.