La conmovedora historia de Santa Bárbara, la virgen guerrera que veneran los cubanos.
Santa Bárbara, cuya fecha de jubileo es el 4 de diciembre, es uno de los santos católicos más venerados en Cuba.
Afirma la leyenda que Bárbara fue una hermosa joven que vivió en el siglo IV en Nicomedia, Bitinia, muy cerca de Constantinopla, en la actual Turquía. Documentos muy autorizados afirman que tenía sangre real y era un modelo de abnegación en su fe cristiana.
Su madre se llamaba Repé y su padre Dióscoro. Como su progenitor no era creyente la futura Santa Bárbara fue bautizada sin que este lo supiera.
El padre no deseaba que se casara con los cristianos que la pretendían y por esa razón la maltrataba de palabra y obra, hasta que decidió encerrarla en lo alto de una torre en un castillo, rodeada de lujos para que abandonara su fe. Allí la visitaban e instruían afamados maestros, poetas, oradores y filósofos, con el objetivo de apartarla de sus creencias religiosas; pero todo fue en vano.
Durante una ausencia prolongada de Dióscoro, la joven destruyó todos ídolos paganos que habían sido colocados en su habitación, trazó la señal de la cruz sobre una columna de mármol y mandó a abrir una tercera ventana en su alcoba, en alegoría de la divina trinidad.
Bárbara dedicaba largas horas a la oración y la contemplación cristianas, hasta que volvió Dióscoro y se encontró las transformaciones realizadas en su ausencia. Entonces la joven se declaró abiertamente cristiana y enfrentó a su padre. Éste intentó, primero con dulzura, y luego con la promesa de un lucrativo matrimonio apartarla de sus ideas. Bárbara le respondió que no pretendía casarse y prefería la incomparable hermosura de la virginidad.
Según la tradición Santa Bárbara fue decapitada por su propio padre
Dióscoro montó en cólera y decidió inmolarla de inmediato a sus dioses, pero la futura Santa Bárbara logró escapar, sólo para ser alcanzada por los soldados de su padre, que la golpearon con crueldad y la arrastraron por los cabellos. La llevaron ante el pretor Marciano, quien primero se compadeció de ella, pero terminó entregándola a los verdugos que la golpearon y vejaron.
Su padre pidió degollarla él mismo y de un tajo terrible le cortó la cabeza. La leyenda asegura que de inmediato brilló un relámpago en el cielo y el verdugo cayó en tierra muerto.
Según la tradición la espada que sostiene en sus manos Santa Bárbara es el arma con la que fue decapitada y no un símbolo de guerra, aunque muchos cubanos la crean una virgen guerrera, sobre todo por cuestiones de carácter sincrético. La capa roja que la cubre recuerda a los creyentes que prefirió morir antes que renunciar a su fe en Cristo.
San Pío V reconoció y confirmó el culto a Santa Bárbara en 1568. Desde entonces ha sido declarada patrona de los mineros, los bomberos, los ingenieros y los artilleros. También es invocada durante las tempestades y ante los moribundos para que no expiren sin recibir los sacramentos de la Iglesia.
En Cuba se considera la patrona de los artilleros. Los practicantes de la Regla Ocha la sincretizaron como Changó, y en Palo Monte es Nkita Mulanga; deidades ambas que simbolizan el trueno.
Publicación de Ana Vasallo