La desconocida historia de Tina Morejón, la cubana que fue considerada la Reina de los bandidos en Cuba.
Se cuenta que Tina inicia su vida de bandidaje en las cercanías del poblado de “Bohemia Nueva”, después llamado “Santo Domingo”, en la actual provincia de Villa Clara, región central de la Isla. Aunque al principio limitaba sus acciones a la orilla derecha del río “Sagua la Grande”, luego fue ampliándose, no solo geográficamente, sino también en osadía y temeridad, al punto de formar su propia banda, a partir de lo cual comenzó a conocérsele como “La reina de los bandidos”. El investigador y costumbrista Álvaro de la Iglesia, en sus “Tradiciones Cubanas” ubica los acontecimientos en derredor del año 1821.
Dicen que un joven terrateniente, conocido como don Silveiro y catalogado entre los más ricos de aquella región, acertó a pasar por donde Tina había puesto una emboscada. De inmediato fue conminado a ceder cien onzas de oro a los delincuentes a cambio de su vida. Aseguró no poseer tal cantidad encima. Dos de los bandidos le atenazaron con intenciones funestas, pero su jefa intercedió. Fue el momento que sus ojos se encontraron por vez primera y muchos creen que ya desde ese casual y fugaz duelo de pupilas destellantes, ambos quedaron profundamente enamorados.
Secretamente se encontraban los amantes, siempre custodiados por los hombres de la bandidesca partida. Tal vez don Silveiro se imaginaba estar desempeñando el rol de un personaje novelesco y no parecía estar muy consciente de la realidad, cuando en medio de su felicidad, le cuenta de su clandestino romance a un amigo. Ocurrió entonces que a los pocos días, la historia del lance amoroso llegó al General Malhi, quién ordenó seguir discretamente al romántico hacendado, con la finalidad de dar con el escondite de una de las más buscadas delincuentes de la región.
En su propia guarida, en lo más recóndito del monte fue apresada Tina junto a su banda. Algunos gustan de pensar, que ocurrió el mismo día que ella había prometido a su amado dejar aquella vida de aventuras para unírsele en matrimonio y retirarse al pacífico disfrute de sus amores. Lo cierto fue que “la reina de los bandidos” era enviada encadenada a La Habana, donde el fiscal pidió la pena capital. Don Silverio trató de comprar su libertad y de seguro que sobornó a cuantos pudo, intentando las más variadas fugas de la prisión, pero no tuvo éxito. Al final, quien sabe si la juventud, o la belleza de Tina; o el dinero de don Silveiro; conmovió de tal modo a los jueces, que determinaron conmutarle la pena por el destierro de por vida, en la ciudad española de Cádiz.
A partir de esta condena, la historia se mezcla con la leyenda en las más diversas versiones: unos aseguran que don Silverio llegó antes que la deportada a España y se valió de su dinero para conmutarle nuevamente la pena; otros creen que lograron fugarse juntos para continuar el interrupto romance; y los hay quienes prefieren verla a ella sola en una fuga fantástica, desde el mismo vapor que la llevaba a su destino, donde se tiró al mar, para luego aparecer comandando otra banda de forajidos en la mediterránea isla de Córcega.
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