<< La Dormilona, la planta de la vergüenza >>
Las plantas dormilonas poseen una característica muy particular; cuando algo las toca o roza inmediatamente cierran sus hojas.
Son, tal vez, la parte más divertida de la familia de las leguminosas. Bastante similares a sus hermanas en apariencia, pero tienen la particularidad de cerrar sus hojas ante ciertos estímulos como el roce o el ruido fuerte. De ahí su nombre científico: Mimosa pudica, y sus muchos nombres comunes: vergonzosa, adormidera y dormilona, por mencionar sólo algunos.
Aunque los científicos no están muy seguros de la razón por la que esta planta desarrolló el mecanismo de plegar sus hojas, todo parece indicar que lo hizo para protegerse de sus depredadores, pues su movimiento rápido podría asustar a algunos insectos y su apariencia con las hojas cerradas, más parecida a la de una planta marchita, ser menos provocativa para estos.
También se cree que la Mimosa pudica, al plegarse, se defiende del viento o evita la deshidratación de sus hojas en horas de mucho sol, tal como lo hacen otras especies de plantas.
Lo que sí sabemos con seguridad, es que, además de plegarse ante ciertos estímulos, las plantas dormilonas cierran sus hojas cuando cae la noche.
Y es que, aunque parezca increíble, las plantas pueden distinguir el día y la noche. Gracias a sus fotorreceptores, células parecidas a las que tenemos nosotros en los ojos, pueden percibir diferentes tonos de la luz (colores), incluso algunos que los humanos no vemos. De esta manera saben si es de día o de noche, si están a la sombra o a la luz, hacia dónde deben crecer o cuándo es momento de florece.
La Mimosa Púdica, originaria de Centro y Suramérica, también ocasiona problemas, pues, por su facilidad para crecer y reproducirse en todos los terrenos, ha llegado a muchos lugares del Planeta causando el desplazamiento de plantas nativas. Además, esta planta tiene una sustancia tóxica llamada mimosina, que detiene el crecimiento de los animales al consumirla en exceso, y en los humanos, si no hay un control en su uso medicinal, causa la pérdida del cabello.
La dormilona formó parte de los juegos de infancia.
Cuantos de nosotros, sintiendo curiosidad las buscábamos en los parques y las tocábamos para observar como al tacto, tímidamente se escondian, se cerraban y unos minutos después, como sabiendo que la persona se alejaba, se volvían a abrir.