La Droguería Sarra en La Habana, una maravilla de Farmacia en la Cuba ,antes del 1959”
( comente sus experiencias con los medicamentos ,que en el pasado uso ,de la Farmacia Sarra )
En 1853, La Droguería Sarra en La Habana, una maravilla de Farmacia en la Cuba ,antes del 1959”
( comente sus experiencias con los medicamentos ,que en el pasado uso ,de la Farmacia Sarra )
En 1853, Valentín Catalá y Pradell, José Sarrá y Catalá, José Sarrá y Valldejulí, todos farmacéuticos venidos a Cuba procedentes de Malgrat del Mar, puerto marítimo de Cataluña, crearon la sociedad Catalá, Sarrá y compañía, junto con otro boticario, Antonio González López. Estos jóvenes fundaron, en el inmueble doméstico número 22 (correspondiente al 261 actual) de la calle Teniente Rey, un establecimiento farmacéutico que nombraron La Reunión, porque en él comenzaron a vender, por primera vez en un mismo lugar, medicamentos alopáticos y homeopáticos. En 1865, Valentín Catalá vende a sus parientes y socios su parte del negocio y regresa a Barcelona, por lo que la sociedad se disuelve, y se crea Sarrá y Compañía, que compra también la finca 767, situada en Compostela número 95 ½ o 95 A, para colocar sus almacenes. En 1868 Antonio González López también vende su parte y quedan como únicos socios Sarrá Catalá y Sarrá Valldejulí. En 1877 José Sarrá Valdejulí se queda como único socio, al morir en Barcelona José Sarrá Catalá de un ataque cardiaco a la edad de 56 años. El lugar se transforma en un bello establecimiento que luce vistosos salones de estilo neogótico y neoclásico, estanterías y mostradores lujosos de maderas preciosas, vidrieras y cristales decorativos, según la moda francesa llegada a La Habana en el último cuarto del siglo XIX.
José Sarrá y Valldejulí adquiere otras casas anexas a Teniente Rey 41 por la calle Compostela, con los números 83 y 85, la botica, droguería y escritorio existían desde 1865 por la calle Teniente Rey y a los almacenes por Compostela, se les agregan espacios de oficinas, manufactura medicamentos, etc.
El mobiliario se renueva y se decoran los mostradores con hermosas vidrieras de manera que en 1886 La Reunión era una de las farmacias más distinguidas de La Habana. A principios del siglo XX se consideraba la segunda en categoría en el mundo y la primera en Cuba. Su dueño también creció en prestigio social. José Sarrá Valdejulí fue vocal de la sección tercera de la Junta Superior de Instrucción Pública de Cuba, cooperó con la fundación del Colegio Farmacéutico y fue su presidente en 1882, por iniciativa de los propios directores. El rey de España, Alfonso XII concedió:“…al Dr. José Sarrá el título honorífico de “Farmacéutico y Droguero de la Real Casa”, así como la facultad de utilizar el Escudo de Armas Reales en las muestras, facturas y etiquetas de la Droguería Sarrá”.
El 15 de octubre de 1898 muere repentinamente José Sarrá Valldejulí en uno de sus viajes a Cataluña y la propiedad pasa a manos de su viuda, Celia Hernández Buchó. Tras este acontecimiento la sociedad pasó a denominarse Viuda de Sarrá e hijos. El varón primogénito, Ernesto, recién se había recibido de Doctor en Farmacia en la Universidad de La Habana el 2 de diciembre de 1897, por lo cual estaba preparado para continuar la tradición familiar. Ernesto se casó en 1906 con Dolores Larrea y en la primera década del siglo XX, realizó transformaciones y remodelaciones en la farmacia y hacia el interior de la manzana delimitada por las calles Teniente Rey, Compostela, Muralla y Habana. El proceso de adquisición de más de veinte propiedades de esta manzana, concluyó con la fusión de estas mediante estructuras de hormigón armado y el 20 de mayo de 1914, el negocio abrió sus puertas convertido en una gran industria que abarcaba veintitrés edificios.
Ernesto Sarrá Hernández invirtió en divulgación de todo tipo acerca de las bondades de la farmacia La Reunión. Las propagandas solían ser de grandes dimensiones, sobre todo el formato de las letras del nombre dentro del cartel de promoción. La notoriedad de Ernesto Sarrá hizo que la farmacia comenzara a conocerse mayormente por el apellido de su dueño, tradición que ha llegado hasta nuestros días.
Las remodelaciones en esta época incluyen la construcción del edificio de siete pisos para almacenes, por la calle Compostela a continuación del escritorio, una tercera planta añadida a la farmacia, y el inmueble de tres pisos de fachada art decó que se encuentra en la esquina de Teniente Rey y Habana, destinado a la producción de medicamentos.
El 28 de abril de 1941, a la edad de 64 años, Sarrá hizo donación perpetua inter vivos y por terceras e iguales partes, a sus hijas Ernestina, Hilda y Ofelia, según refiere Anicia en Cronología y Legado.
En La Habana colonial Sarrá fue famosa por preparar remedios únicos y a muy buenos precios. Hoy se descubrió que en los bajos del edificio siempre existió un manantial de aguas vírgenes, tal vez este era uno de los secretos mejores guardados que provocó la popularidad de la farmacia y de sus medicamentos.
Después del triunfo de la Revolución, La Reunión es nacionalizada. todos farmacéuticos venidos a Cuba procedentes de Malgrat del Mar, puerto marítimo de Cataluña, crearon la sociedad Catalá, Sarrá y compañía, junto con otro boticario, Antonio González López. Estos jóvenes fundaron, en el inmueble doméstico número 22 (correspondiente al 261 actual) de la calle Teniente Rey, un establecimiento farmacéutico que nombraron La Reunión, porque en él comenzaron a vender, por primera vez en un mismo lugar, medicamentos alopáticos y homeopáticos. En 1865, Valentín Catalá vende a sus parientes y socios su parte del negocio y regresa a Barcelona, por lo que la sociedad se disuelve, y se crea Sarrá y Compañía, que compra también la finca 767, situada en Compostela número 95 ½ o 95 A, para colocar sus almacenes. En 1868 Antonio González López también vende su parte y quedan como únicos socios Sarrá Catalá y Sarrá Valldejulí. En 1877 José Sarrá Valdejulí se queda como único socio, al morir en Barcelona José Sarrá Catalá de un ataque cardiaco a la edad de 56 años. El lugar se transforma en un bello establecimiento que luce vistosos salones de estilo neogótico y neoclásico, estanterías y mostradores lujosos de maderas preciosas, vidrieras y cristales decorativos, según la moda francesa llegada a La Habana en el último cuarto del siglo XIX.
José Sarrá y Valldejulí adquiere otras casas anexas a Teniente Rey 41 por la calle Compostela, con los números 83 y 85, la botica, droguería y escritorio existían desde 1865 por la calle Teniente Rey y a los almacenes por Compostela, se les agregan espacios de oficinas, manufactura medicamentos, etc.
El mobiliario se renueva y se decoran los mostradores con hermosas vidrieras de manera que en 1886 La Reunión era una de las farmacias más distinguidas de La Habana. A principios del siglo XX se consideraba la segunda en categoría en el mundo y la primera en Cuba. Su dueño también creció en prestigio social. José Sarrá Valdejulí fue vocal de la sección tercera de la Junta Superior de Instrucción Pública de Cuba, cooperó con la fundación del Colegio Farmacéutico y fue su presidente en 1882, por iniciativa de los propios directores. El rey de España, Alfonso XII concedió:“…al Dr. José Sarrá el título honorífico de “Farmacéutico y Droguero de la Real Casa”, así como la facultad de utilizar el Escudo de Armas Reales en las muestras, facturas y etiquetas de la Droguería Sarrá”.
El 15 de octubre de 1898 muere repentinamente José Sarrá Valldejulí en uno de sus viajes a Cataluña y la propiedad pasa a manos de su viuda, Celia Hernández Buchó. Tras este acontecimiento la sociedad pasó a denominarse Viuda de Sarrá e hijos. El varón primogénito, Ernesto, recién se había recibido de Doctor en Farmacia en la Universidad de La Habana el 2 de diciembre de 1897, por lo cual estaba preparado para continuar la tradición familiar. Ernesto se casó en 1906 con Dolores Larrea y en la primera década del siglo XX, realizó transformaciones y remodelaciones en la farmacia y hacia el interior de la manzana delimitada por las calles Teniente Rey, Compostela, Muralla y Habana. El proceso de adquisición de más de veinte propiedades de esta manzana, concluyó con la fusión de estas mediante estructuras de hormigón armado y el 20 de mayo de 1914, el negocio abrió sus puertas convertido en una gran industria que abarcaba veintitrés edificios.
Ernesto Sarrá Hernández invirtió en divulgación de todo tipo acerca de las bondades de la farmacia La Reunión. Las propagandas solían ser de grandes dimensiones, sobre todo el formato de las letras del nombre dentro del cartel de promoción. La notoriedad de Ernesto Sarrá hizo que la farmacia comenzara a conocerse mayormente por el apellido de su dueño, tradición que ha llegado hasta nuestros días.
Las remodelaciones en esta época incluyen la construcción del edificio de siete pisos para almacenes, por la calle Compostela a continuación del escritorio, una tercera planta añadida a la farmacia, y el inmueble de tres pisos de fachada art decó que se encuentra en la esquina de Teniente Rey y Habana, destinado a la producción de medicamentos.
El 28 de abril de 1941, a la edad de 64 años, Sarrá hizo donación perpetua inter vivos y por terceras e iguales partes, a sus hijas Ernestina, Hilda y Ofelia, según refiere Anicia en Cronología y Legado.
En La Habana colonial Sarrá fue famosa por preparar remedios únicos y a muy buenos precios. Hoy se descubrió que en los bajos del edificio siempre existió un manantial de aguas vírgenes, tal vez este era uno de los secretos mejores guardados que provocó la popularidad de la farmacia y de sus medicamentos.
Después del triunfo de la Revolución, La Reunión es nacionalizada.