La escasez bajo el castrismo ha sido un fenómeno imperecedero. Unos piensan que las carencias se derivan de la disfuncionalidad del sistema económico centralizado, otros creen que es producto de la hostilidad de Washington, embargo y ley Helms-Burton mediante, tal y como pregonan los cuadros del oficialismo y la prensa controlada por el partido y, por otro lado, hay quienes sospechan que se trata de un plan urdido por la cúpula de poder para ensanchar los márgenes de control social.
En realidad, no son muchos los que dentro de Cuba piensan en la posibilidad de que las variables del hambre, y las insuficiencias de productos básicos, padecidas desde la década del 60 del siglo XX hasta la fecha, se deba a una estrategia elaborada en las oficinas del alto mando.
Y es que cuesta trabajo asimilar la premeditación de algo tan pérfido, sobre todo cuando no se tiene una suficiente formación intelectual o la disponibilidad para escudriñar la naturaleza de los acontecimientos que afectan nuestras vidas, más allá de su impacto en el día a día.
Aunque las dudas sean válidas frente a episodios que mantienen en vilo la existencia de decenas de miles de personas, no por eso es factible descartar que los orígenes de las calamidades estén dados por la voluntad de una clase política, cuyo fin estriba en el sojuzgamiento del pueblo por todas las vías posibles.
Una frase atribuida a Iósif Stalin, justifica la creencia en este malsano procedimiento.
El dictador dijo: “Si controlas la comida del pueblo, tú controlas al pueblo. Y van a estar agradecidos de lo poco que le damos”.
La máxima estalinista descubre la mentalidad mafiosa de un personaje que segó la vida de varios millones de soviéticos con tal de conservar el poder absoluto. El hambre y los racionamientos fueron dos instrumentos favoritos para ganarse el apoyo de las masas que lo veneraban con el miedo oculto en sus entrañas.
Los mandamases cubanos tomaron al pie de letra, muchas de las enseñanzas del autócrata que convirtió el asesinato político en un pasatiempo.
La constancia en la aplicación de la metodología represiva copiada de los manuales bolcheviques, enriquecidos paulatinamente por el bigotudo en Jefe, explican la perdurabilidad del sistema creado por Fidel y sus acólitos.
Ciertamente, ningún cubano de a pie tiene los medios para comprobar que la pobreza generalizada esté montada sobre los ejes de un proyecto de dominación concebido por los dueños del país, pero esto no borra el presentimiento de que sea otra canallada de quienes han demostrado ser paladines de la manipulación y el abuso en aras de conservar el falso consenso popular en torno al dogma establecido.
Crear necesidades, aumentarlas, disminuirlas o eliminarlas por un período de tiempo determinado, encaja perfectamente dentro de la mentalidad de una élite política que necesita vasallos en vez de ciudadanos, personas atribuladas y temerosas que agradezcan las migajas salvadoras de Papá Estado.
El socialismo real sin pobreza generalizada no tiene sentido. Stalin lo confirma con su tesis y Joseph Goebbels, el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, le sirve de apoyatura con uno de sus aviesos aforismos. El estrecho colaborador de Hitler decía: “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento…”
En Cuba, la culpabilidad no recae directamente en los adversarios internos del modelo totalitario, sino en el país vecino.
El reforzamiento del embargo por parte de la administración Trump, alimenta el mito de que los motivos de la crisis socioeconómica se deben al cerco económico. ¿Y qué de la hegemonía del estado sobre los medios de producción, con la improductividad a cuestas y el auge de las corruptelas?, ¿de la burocracia y el voluntarismo?, ¿de la hostilidad contra los llamados trabajadores por cuenta propia y la negativa a flexibilizar las leyes para la inversión extranjera?
El castrismo busca la continuidad a toda costa apoyado en las mismas premisas. Una de ellas es la miseria, que suele venir acompañada por la mediocridad, la ignorancia y el miedo.
Stalin y Goebbels nos ofrecen pistas para tener una mejor comprensión del escenario en el que nos ha tocado vivir como rehenes de unos supuestos benefactores.
Por Jorge Olivera Castillo
Fuente https://www.cubanet.org/opiniones/cuba-comida-escasez-hambre