La Habana de los años 50 de la pasada centuria contaba con una red de tiendas por departamentos que hacían las delicias de sus clientes por la variedad y calidad de sus mercaderías. Entre esos pujantes centros comerciales figuraban Fin de Siglo.
Esta tienda por departamentos ocupaba cinco plantas, con entrada por tres calles céntricas de la capital cubana, y disponía de aire acondicionado, escaleras mecánicas y amplios ascensores. La firma, presumía en los anuncios, se situaba «en la vanguardia del comercio habanero» y marcaba «pautas de organización, de gusto y de refinamiento modernos». Abarcaba casi todas las parcelas del comercio minorista: ropa de confección, joyería y platería, juguetería, librería, loza y vidrio, peletería, perfumería, quincalla…