La historia cuenta que sus inicios giran alrededor de 1916. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, el azúcar de remolacha europea que Milton S. Hershey utilizaba en su fábrica de chocolate empezó a escasear, así que el magnate viajó a Cuba y empezó a adquirir plantaciones de caña y a construir refinerías para garantizar el abastecimiento de su fábrica en Pennsylvania. Hershey, dueño de “Hershey Corporation”, la industria del chocolate más famosa del planeta, se enamoró a primera vista de Cuba, de su clima, y de lo que él llegó a llamar “la eterna primavera tropical”.
Después de probar la calidad del azúcar cubano, el empresario Hershey optó por ocuparse directamente de su producción e incluso de su transportación hasta el puerto. Es por ello que allí mandó construir las fábricas y demás establecimientos , que tuvo mayor auge con la llegada del tren eléctrico, que pronto tuvo su línea para mover los materiales de lo que se llamaría como el “Central Hershey”, equidistante de La Habana y Matanzas.
Los primeros trenes eran a vapor, pero en 1919 “Hershey Ferrocarril Cubano” comenzó a pedir equipos eléctricos a “JG Brill” y “General Electric”. El servicio de pasajeros eléctrico entre Matanzas y “Central Hershey” comenzó en enero de 1922 y se extendió a Casablanca, al otro lado de la bahía de La Habana, en el mes de octubre de ese mismo año. En 1924 tenía una flota de 17 coches eléctricos de pasajeros y 7 locomotoras eléctricas. Además de los pantógrafos de los vehículos troles realizado con el fin de cruzar las líneas de tranvía en Matanzas y Regla.
Con el paso de los años nació la comunidad, diseñada al estilo y gusto de su fundador instalándose el ingenio, las plantaciones cañeras y el ferrocarril. Hershey construyó una pequeña comunidad para que sus trabajadores no tuviesen que viajar desde tan lejos y estaba basada en el modelo de comunidad que también había creado para sus trabajadores en Pennsylvania, USA