LA HISTORIA DE ESTHER BORJA
Esther María de la Caridad Borja Lima nace en la ciudad capital de Cuba en 1913. A los 16 años de edad se inició dentro del canto en el pueblo de Santiago de las Vegas.[2]Se gradúa en estudios de música y piano en el Centro Gallego de La Habana a los 19 años, y tres años después ―en 1935― conoce a la compositora y pianista Ernestina Lecuona (1882-1951), con quien ofrecerá su primer recital.
Debuta profesionalmente con el hermano de aquella, el reconocido músico Ernesto Lecuona. La fama comienza con su interpretación del vals Damisela Encantadora, compuesto especialmente para ella por Lecuona, en la zarzuela Lola Cruz.
En 1936, junto a los hermanos Lecuona y a Ignacio Villa ―más conocido como Bola de Nieve― realiza una gira artística por varios países latinoamericanos, incluyendo Argentina, Chile, Perú, Uruguay y Brasil. Allí se presenta como solista y junto a intérpretes argentinos como Tita Merello, Libertad Lamarque, Rosita Moreno, y Alfredo Le Pera.
De regreso en Cuba trabaja en los teatros Principal de la Comedia y Martí. Nuevamente en Buenos Aires interpreta con gran éxito las zarzuelas ‘El Cafetal, Lola Cruz, Las Leandras, Rosa la China, María la O y las operetas La condesa Maritza, La danza de la libélulas y La bayadera.
En 1943, Sigmund Romberg, prestigioso compositor de operetas la contrata para varias giras por los Estados Unidos, donde actúa en 48 estados y en el Carnegie Hall de Nueva York.
A partir de 1948 inicia sus actuaciones radiales a través de la emisora CMQ de La Habana, donde actúa junto a intérpretes de renombre como la soprano América Crespo, los tenores Panchito Maya e Hipólito Lázaro y el recitador Luis Carbonell.
Desde de los inicios de la televisión cubana inicia su actividad en el medio, destacando la creación de su programa televisivo Álbum de Cuba, en 1961, que fue emitido de manera continuada hasta 1986.
Una cita del compositor Gonzalo Roig permite comprender lo que Esther Borja ha significado para la música cubana:
Representa para Cuba, lo que Raquel Meller para España, lo que Rosita Quiroga para Argentina, lo que Toña la Negra para México… Pero existe una diferencia entre ellas y Esther Borja, y es que esas grandes figuras han tenido imitadores, y la Borja no; no porque no hayan querido imitarla, sino, sencillamente, porque no han podido…
Gonzalo Roig