La hoy olvidada cantante y locutora, pionera de la televisión cubana…..
Por. Henry Puente.
Está increíble mujer, que en su momento tanto brilló y daría que hablar, nació en la Habana, siendo pionera de la televisión Cubana junto a Gaspar Pumarejo y Otto Sirgo, esté último convertido en su esposo, su talento innato para los escenarios se hizo muy obvio, comenzando a brillar muy pronto de manera notoria, desde su primera aparición en los medios su presencia se volvió un suceso. Vale la pena destacar, la enorme popularidad que consiguió Dinorah Ayala en el momento que estrena el bolero «Triste Condena»(«No puedo vivir») de la autoría de Osvaldo Alburquerque, en radio RHC Cadena Azul, consiguiendo un apabullante éxito a nivel nacional.
Al triunfo de la Revolución Cubana, casi inmediatamente, ella junto a su esposo optan por el exilio, al que llegan en 1962, por algunos años su primera estancia fuera de Cuba es en España, allí ambos cónyuges siguieron trabajando juntos en Café de Artistas, teniendo una extensa y exitosa carrera en el teatro, radio y televisión, su prestigio y fama hizo que, independiente a su labor española, fueran contratados para hacer temporadas en México, Puerto Rico y New York, donde Dinorah interpretó varios personajes en teatro y la televisión de esos países.
En un momento dado, Ayala estableció su residencia definitiva en la llamada Ciudad Sol, Miami, allí formó parte del elenco de dos grandes figuras de la comedia Cubana, uniendo su labor a Garrido y Piñero (Alberto Garrido y Federico Piñero) manteniendose por meses en cartelera con una aceptación total.
Está maravillosa mujer, en vida fue gran amante de la naturaleza, colaboró apasionadamente, en varias fundaciones para la protección y ayuda de los animales, haciendo lo mismo con instituciones relacionadas con la divulgación y cuidado de las artes. Pero su mayor anhelo siempre fue regresar a Cuba, algo que nunca consiguió, falleció el 16 de enero del año 2020, con la gran tristeza por no haber cumplido su deseo. Fue una Bellísima dama cubana ¡ Dios la Tenga en su gloria !