La leyenda de María la Gorda, la mujer que regentó un burdel en el rincón más apartado de Cuba.
Para la gran mayoría de los cubanos María la Gorda es una gorda llamada María o una playa del rincón más occidental y apartado de Pinar del Río. Sin embargo, muy pocos conocen que esta fantástica playa debe su nombre a una matrona que regentó un burdel en el lugar e hizo fortuna vendiendo sus servicios a los corsarios y piratas que merodeaban las aguas de Guanahacabibes.
Aseguran algunos que María (que luego se convertiría en María la Gorda) fue una indígena de origen venezolano que una tripulación pirata abandonó en la zona; otros juran que era hija de un capitán español cuyo buque naufragó en el extremo más occidental de Cuba.
Pero poco importa cuál fuera su origen. Lo que sí es cierto que María la Gorda se asentó en la playa y estableció un burdel, donde vendía ron, comida y, por supuesto, compañía femenina a los tripulantes de los barcos corsarios y piratas que abundaban en esas aguas.
María la Gorda murió hace centenares de años, pero su nombre perduró en el tiempo en la playa donde fundara su lupanar.
Hoy María la Gorda es un espectacular centro de buceo internacional que goza de fama mundial, pues en las cristalinas aguas de Guanahacabibes no sólo se puede contemplar la abundante vida submarina de los mares tropicales, sino también los restos de casi 200 pecios que perdieron la batalla con los huracanes, los corsarios y los piratas.
La península de Guanahacabibes, que en el pasado fuera refugio de bribones del mar y gente de la peor ralea y donde sólo los que como María la Gorda, que congeniaban con ellos, lograban sobrevivir es hoy uno de los lugares con mayor potencial turístico de Cuba. Allí se proyecta construir el mayor centro de esparcimiento de Cuba… de proporciones tan exageradas que harían adelgazar a María la Gorda.