La Masacre de la Loma de San Juan: 61 años después. 😞
Muchos de ustedes, cubanos que escuchan estos comentarios, quizás no habían nacido en enero de 1959, y sucesos ocurridos al inicio de la dictadura de los hermanos Castro, hace ya 60 años, son desconocidos, o pueden recibir la versión manipulada o censurada de la revolución. Precisamente en este mes de enero, el día 12 exactamente, se cumplieron 61 años de la masacre de la loma de San Juan, en Santiago de Cuba…
La Masacre de la Loma de San Juan es la versión cubana de la Masacre de Katyn, ese asesinato masivo de soldados, oficiales, policías e intelectuales polacos, llevado a cabo por la policía política soviética en la primavera de 1940
Señalar un evento singular que sirva de acto insigne del historial de un régimen despiadado y asesino es tarea imposible. El mal tiene muchas dimensiones y cada víctima y sus allegados padece el dolor. El daño es personal y colectivo a la vez. En 60 años de régimen, la escasez material y moral que provocó el castrocomunismo resulta inversamente proporcional a su perversión y crueldad.
En ese sentido, uno de los tantos crímenes de lesa humanidad que recaen sobre los hombros de la dictadura es la Masacre de la Loma de San Juan. Lo que ocurrió aquella madrugada del 12 de enero de 1959, expuso la naturaleza tiránica del comunismo cubano al exhibir. Setenta y una personas salvajemente asesinadas (algunos recuentos apuntan hasta 73 casos). Tras los disparos, los cuerpos cayeron una fosa común de 40 metros de largo que había sido excavada un tiempo antes del circo patético que llamaron “juicio”, donde se dictaron cobardes sentencias sin el mínimo rigor. En aquella ocasión fue el propio Raúl Castro quien asumió el papel de chacal en jefe de la matanza.
No todos los fusileros a cargo de la barbarie parecen haber tenido buena puntería. Luego de que varios buldóceres rellenaron con tierra la zanja donde cayeron los cuerpos masacrados, testigos, como fue el caso del periodista Antonio Llano Montes, revelan haber visto manos sobre la superficie de la tierra, reforzando la hipótesis de que había víctimas vivas entre los fusilados, quienes, en caso de haber sobrevivido, murieron asfixiados intentando salir.
Como todo lo que ha hecho el régimen comunista cubano, la masacre tuvo como objetivo escarmentar a opositores y potenciales detractores del sistema.
Años después, el ciclón Flora, con sus lluvias fortísimas, se ocupó de desenterrar algunos de los cuerpos, sacándolos sobre la tierra y dejándolos a la vista de todos. El castrismo, siempre eficiente a la hora de limpiar sus manos ensangrentadas ante la opinión pública internacional, tomó la decisión de reubicar los cadáveres en tumbas de concreto pesado y desaparecerlos en aguas cercanas. La idea clara era tratar de borrar el registro de lo ocurrido.
La Masacre de la Loma de San Juan es la versión cubana de la Masacre de Katyn, ese asesinato masivo de soldados, oficiales, policías e intelectuales polacos, llevado a cabo por la policía política soviética en la primavera de 1940. En el caso de la matanza cubana, el crimen recoge todas las características que personifica la revolución castrocomunista y su modus operandi.
La lucha contra el régimen autoritario de Fulgencio Batista fue apoyada por toda una amalgama de corrientes políticas que, a la postre, serían traicionadas por Fidel Castro. En otras palabras, la “revolución cubana” ha sido una fabricación propagandística, una fábula sacada del cofre marxista-leninista para ayudar pavimentar la contracultura. Como mismo golpe de Estado bolchevique luego fue transformado en la “Gran Revolución Socialista” (ignorando los hechos y las fuerzas democráticas anti zaristas). La traición fue siempre una constante en la praxis castrista y lo ocurrido aquel 12 de enero lo ejemplifica cabalmente.
Bonifacio Haza Grasso, comandante de la Policía de Santiago de Cuba, fue fundamental a la hora de facilitar la transición de poder entre el régimen y los rebeldes. El papel de mediador de Haza entre las Fuerzas Armadas Constitucionales de Cuba y el Ejército Rebelde fue aprovechado por los Castro para asentarse en Santiago, sin encontrar resistencia armada por parte de las fuerzas públicas de la zona.
Con su proceder, Haza Grasso también evitó muertes innecesarias y el desorden que suelen traer consigo ese tipo de procesos. Desde el 1 de enero de 1959, el alto oficial se reunió con los hermanos Castro, quienes, en su afán de proyectar una imagen de reconciliación nacional, entraron con él a Santiago. Sin embargo, una vez que los rebeldes tomaron el control logístico de la ciudad, Castro se encargó de que Haza Grasso no fuera excluido de la matanza planeada y ejecutada.
El castrocomunismo siempre ha sido adicto a los encaramientos sanguinarios y la masacre de la Loma de San Juan es un reflejo paradigmático de ese ejercicio continuo en Cuba comunista. Sin embargo, la Masacre de los 71 (como también se le conoce), fue particularmente anunciada y glorificada por la prensa oficialista en su momento y posteriormente por la maquinaria de historiográfica para, de este modo, cementar una visión particular y falsa de lo que ocurrió y desanimar cualquier intento de desafiar el totalitarismo que se estaba gestando en secreto.
La legalidad que aplicaron los verdugos a los detenidos (luego fusilados), fue de una carencia imperiosa de un debido proceso judicial digno de un filme tragicómico. Esta también ha sido la norma de la jurisprudencia castrista a través de todas sus etapas. La “ley” existe sólo para racionalizar el poder político dictatorial y punto. Nada nuevo ahí. Luego, la cantidad de sangre y los grados de la perversión oscilan de acuerdo a la utilización que el crimen podría dar y nunca ha reflejado un cambio de naturaleza.
La Masacre de la Loma de San Juan es parte de esa larga lista de crímenes que la justicia deberá enmendar para alcanzar la verdadera democracia en Cuba. Si eso se logra, de nada le servirá al castrismo las bóvedas de cemento utilizadas ni todos los intentos de silenciar la verdad y de negarle al pueblo cubano su reclamo a la memoria colectiva y la justicia redentora. La democracia, la reconciliación y un Estado de derecho necesitan de la aplicación fidedigna de la justicia. No importa el tiempo que haya pasado.
Relación de los ejecutados en Loma de San Juan el 12 de enero de 1959.
Abreu Galván, Mario
Álvarez, Antonio
Álvarez Roque, Andrés
Amador, Oscar
Álvarez Díaz, Fernando
Aragón, Fidel
Balboa López, Ángel Luís
Barrero Silva, Antonio
Bautinal Bell, Juan
Bello Tamayo, Efrén
Bravo Montalvo, José
Bocaña Callazo, Rafael
Caballero, Miguel
Calá de la Rosa, Leonel
Castillo Ramírez, Pedro
Castro Lora, Víctor M.
Cedeño, Cesar
Chacón Santa Cruz, Emerico
Cortes Maldonado, Benito
Coso Pérez, René
Curiet, Manuel
De la O, Arístides
Denis, Justo
Despaigne Moret, Enrique
Díaz, Rodolfo
Díaz Rodríguez, Fernando
Díaz Zamora, Raúl
Duarte Anaya, Raúl Damián
Durán Matos, Facundo
Estrus Clavijo, Arturo
Fernández Tirado, Eloy
Fernández Valdés, Ernesto
Fernández Valverde, Ernesto
Ferrán, Alonso
Fonseca, Mario
Gil, Alfredo, Raimundo
González, Marino
González Guillot, Manuel de Jesús
Gutiérrez García, Juan
Gutiérrez Valdés, Antonio
Haza Grasso, Bonifacio – dominicano-
Hernández Morales, José
Heredia, Ramón
Herrera Duque, Heliodoro (Eliotón)
Leiva, Ángel
López Despaigne, Aristonico
López Toledano, Arístides
Martín Céspedes, Alberto
Morales Carrillo, Antonio
Morfi Castillo, Jose Ramon
Montero, Armando Martín
Novas Hernández, Nicolás
Odio, Israel Arencibia
Oliu Cordero, Federico
Oduardo, Eraclio
Olea Gross, Domingo
Olea Gross, Miguel Ignacio
Olivera Azains, Pedro
Ortiz Verdecia, Armando
Peña Martínez, Manuel
Portuondo Rodríguez, Luís A.
Prats Cervantes, Manuel
Ramírez Caballero, Antonio
Reitor, Antonio
Rivera Nordet, Juan A.
Roque del Toro, Benigno
Rodríguez Pérez, Pedro
Saavedra Pinedo, Celso
Saavedra Romero, Francisco
Torres del Toro, Benigno
Torres López, Filiberto
Torre Martínez, Juan José
Zenen Jiménez, Mas
Por Julio M. Shiling.
Todo por Cuba.