La primera carrera automovilística internacional celebrada en Cuba. 🏎🏎☺
Ya de la primera carrera automovilística internacional celebrada en la isla quedan pocos recuerdos. Que Cuba hoy es una potencia deportiva es universalmente conocido, pero que la capacidad de los cubanos para los deportes viene desde muy atrás, lo es menos. No obstante, para los criollos, campeones mundiales en varias disciplinas, el automovilismo parece ajeno a la tradición nacional. Sin embargo, hace más de un siglo, un cubano inscribió su nombre, con letras de oro, en las carreras de autos.
La gran carrera
El domingo 12 de febrero de 1905 se corrió entre La Habana y Pinar del Río, la primera carrera internacional de automóviles celebrada en Cuba. Seis máquinas se inscribieron para la misma. Tres de ellas eran propiedad de norteamericanos y los pilotos norteños que las guiaban tenían vasta experiencia. Uno de ellos, H.W. Fletcher, había triunfado en la carrera de 100 millas de Ormond. Fletcher tripularía un Dietrich, de 80 caballos de fuerza. Era el favorito. De los otros tres drivers sólo uno era cubano, Ernesto Carricaburu, un joven de 24 años que estaría al volante de un Mercedes de 60 caballos y que no poseía historial alguno en la especialidad.
La carrera fue todo un acontecimiento en la naciente República. La competencia se efectuó, en ida y vuelta, entre el poblado habanero de Arroyo Arenas y el pinareño de San Cristóbal, pasando por Punta Brava, Hoyo Colorado, Caimito, Guanajay, Artemisa, Los Mangos y Candelaria. El recorrido comprendía, en total, 99 millas y un tercio.
A la línea de salida y llegada en Arroyo Arenas acudió lo más conspicuo de la sociedad incluyendo al presidente de la nación. Una glorieta con todas las comodidades fue habilitada para presenciar el espectáculo y una banda de música animó el ambiente. El trofeo principal al ganador (al dueño del auto, no al piloto) era una copa de 32 centímetros de altura y 29 de circunferencia con una palma cuyas hojas eran de oro.
El público congregado en Arroyo Arenas era informado del trayecto de la caravana por un sistema que incluía el teléfono y los megáfonos que voceaban los acontecimientos, lo que seguramente es el comienzo de la narración deportiva cubana. Con júbilo debe haberse recibido la noticia de que el corredor cubano había llegado segundo a San Cristóbal, sólo aventajado en tres minutos por el Renault que guiaba Tracey. En todo el trayecto el auto de Carricaburu sólo había tenido un mínimo percance, un clavo enterrado en una goma prontamente extraído por su ayudante Oscar Martínez.
Al llegar Carricaburu a San Cristóbal y saber que apenas iba tres minutos detrás de Tracey le dijo a unos amigos que le aconsejaron tener cuidado en las curvas: “¡Cuidado! ¡O yo me estrello en la calzada o gano la carrera!” Con esa determinación sobrepasó a Tracey y llegó victorioso a la meta el primer cubano campeón de automovilismo.
Conill, el propietario del auto (a quien correspondía el trofeo) le cedió la copa en un acto de justicia. A su victoria en la competencia Carricaburu sumó otra, no menos espectacular, pues el tiempo que hizo en el trayecto destrozó el record mundial para las 100 millas que databa de 1902. Seis años después estableció otro récord, al hacer una hora y 10 minutos de la Habana a Matanzas.
Ernesto Carricaburu también fue campeón de Cuba en ciclismo. Murió el 7 de octubre de 1955.
Fuente: www.todocubaorg