La primera visita a La Habana de la actriz mexicana María Félix se produjo el 26 de octubre de 1949, tras haberse postergado varias veces. Los cinco días que duró su visita se hospedó en el Hotel Nacional.
La algarabía en el país por la presencia de la estrella requirió ponerle protección policial desde el avión hasta el automóvil que la condujo al hotel. Cuentan que algunos fans hasta le halaron el vestido para guardar un recuerdo de ella.
Ante tal recibimiento, la también conocida como María Bonita, exclamó asombrada: “yo tenía referencias de cómo me querían en La Habana pero lo de esta tarde ha sido más de lo que esperaba”.
Miles de seguidores se concentraron en el Paseo del Prado, para acompañarle en el recibimiento de la Llave de la Ciudad y el título de Huésped de Honor.
El poeta nacional Nicolás Guillén le dedicó una crónica diciendo que “La Doña” fue amable y explícita con la prensa. De hecho durante esta primera visita los periodistas le preguntaron sobre su esposo Agustín Lara, el famoso compositor muy de moda en aquel momento. Su respuesta fue:
“Yo deslumbro por la belleza que gentilmente me reconocen. Agustín se destaca por su talento. Existen momentos en que los encantos físicos no marchan en antagonismo con el intelecto”.
Todos querían invitarla y homenajearla, pero se negó a asistir a muchas de las citas sociales desafiando a varios vanidosos. Claro que algunos lugares sí contaron con su fugaz presencia, como el cabaret Tropicana que visitó a media noche y donde la recibieron entre mares de aplausos. Todos pedían que dijera unas palabras pero solo accedió a ponerse de pie y dedicarles una sonrisa.
En el teatro América subió al escenario y dijo solamente: “Mírenme”.
En el verano de 1955, cuando recién había enviudado de Jorge Negrete, regresó a La Habana convertida en una estrella de fama mundial. En esta ocasión se hospedó en el hotel Comodoro. Su estancia transcurrió entre presentaciones en el cabaret Montmartre y en el Radio Centro.
En este último viaje ocurrió una de las anécdotas más famosas de la actriz en la isla. De acuerdo con una Bohemia de la época, “La devoradora” se abrochaba un collar de perlas cuando alguien le sugirió que lucir esas joyas traía mala suerte, pero ella aseguró que lo que daba mala suerte era no poder usar perlas legítimas.
Así era María bonita, y como bien dijera el premio Nobel de Literatura Octavio Paz: “María Félix nació dos veces: sus padres la engendraron, y ella, después, se inventó a sí misma”.