Ante este Diccionario del pensamiento martiano puede uno preguntarse, ¿son “pensamientos” la mayoría de los que allí se dan como tales? En el correcto sentido de la palabra, un pensamiento es el resultado de pensar, del examen de algo sobre lo que se piensa, y de lo que se puede después ofrecer dictamen con preferencia en forma sucinta. Aún más nos puede ayudar Martí a entender qué es un pensamiento. Hablando de Emerson dijo que era “un dolor de la mente, y lumbre que se enciende con óleo de la propia vida, y cúspide de monte”. Y en el mismo ensayo se pregunta: “¿Qué ha de envidiar un hombre a la santa mujer, no porque sufre, ni porque alumbre, puesto que un pensamiento, por lo que tortura antes de nacer, y regocija después de haber nacido, es un hijo?” Un pensamiento es, pues, correctamente, para Martí, “dolor de la mente”, “cúspide de monte”, “un hijo”.
Véanse estas simples noticias, oraciones y frases inocuas, a veces hasta gramaticalmente incompletas, de las muchas que se dan en el Diccionario como “pensamientos”, seguidas del número que allí les corresponde:
Hay abejas que dan miel venenosa (4).
Los Achaguas viven aún en Cabuyaro, a las márgenes del Meta (16).
Los indios tenían su ajedrez (71).
Y al volverse a Nicoya con Juan Baracoa y León Castro que le acompañaron, tuve placer en ver como se llevaban, con visible fiesta, a Flor con ellos, que desde hace más de un año estaba muy desamistado con José (1258).
Cutting ha sido preso y procesado en El Paso de México por un artículo publicado en inglés en El Paso de Estados Unidos, que el juez de El Paso mexicano considera penable conforme al Código de la República (1440).
El día 11 de Dbre. de 1620, 102 emigrantes desembarcaron en la costa de Cape Cod Bay (2141).
Allí Harvard y Yale, que son el Oxford y el Cambridge de los Estados Unidos (2215).
De alemanes está lleno el Oeste, y el Este de irlandeses (2253).
Bismark aborrece a los Estados Unidos (2270).
Los Estados Unidos, que están hechos de inmigrantes, buscan ya activamente el modo de poner coto a la inmigración excesiva y perniciosa (2307).
Cada barrio nombra sus delegados a la convención de la ciudad. Cada ciudad a la del condado. Cada condado a la del Estado. Cada Estado a la convención nacional, y al fin escoge los candidatos y acuerda la doctrina por que han de batallar (2353).
A Long Branch, a festejar abundantemente a los marinos franceses que han traído a New York la Estatua de la Libertad (2432).
El general Grant, a quien el fumar tabaco ha hinchado y puesto a punto de cáncer, la lengua (2664).
Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda la vida (2822).
¿Quién se libra de ser hombre? (3314).
Hasta la hormiga, la mísera hormiga, es más noble que la cotorra y el mono (3912).
Hostos, el profundísimo orador de Puerto Rico (3915).
El Herald de hoy dice que no ha de pensarse en los Estados Unidos tanto como se piensa en la conveniencia de adquirir los Estados del Norte de México (4048).
No desmigaje el Lalla Rookh que se quedó en su mesa (4353).
Walker fue a Nicaragua por los Estados Unidos. Por los Estados Unidos fue López a Cuba (está dos veces, en el número 4622 y en el 6281).
Para la cefalagia nerviosa, infusión de eucaliptos globulus (5667).
¿Podría Moncada ser instrumento voluntario de Urbano Sánchez? (5829).
La munyetas de los catalanes, que son judías blancas, salcochadas y sofritas, con una generosa laja de cerdo, manjar grato en Boston (6139).
La calle de S. Miguel se llamó así porque atravesaba la estancia de D. Miguel de Castro Palomino (6551).
No hay relojeros como los suizos (8394).
Tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. que acaba de llegar a mis manos en cablegrama en que el Gobierno de la República Oriental del Uruguay se sirve nombrarme Delegado en el Congreso Monetario de Washington (8698).
¿Pueden llamarse pensamientos esas noticias y frases deshilvanadas o incompletas? ¿Tienen algo de lo que dijo Martí debía ser un pensamiento: un “dolor de la mente”, la “cúspide de monte”, “un hijo”?
El natural propósito de reunir en libro los pensamientos de alguien es ofrecer un repertorio de sus ideas, y de lo que caracteriza su forma de enjuiciar y discurrir. Su fin debe ser el de guiar al lector hacia la fuente primaria de la que proceden las sentencias, máximas o aforismos que han cautivado su atención; pero si el muestrario es difuso, prolijo o incoherente, como sucede con este Diccionario del pensamiento martiano, lo que se logra es precisamente lo contrario: desanimar al lector, confundirlo, ahuyentarlo. ¿Será eso lo que quiso hacer Valdés Galárraga?