La Toma de La Habana por los ingleses tuvo lugar durante la Guerra de los Siete Años, en agosto de 1762. Este hecho dejó al descubierto las debilidades de las defensas españolas en el Mar Caribe. El mismo se produjo al entrar los ingleses en conflicto con la corona española, puesto que esta última se había aliado con Francia, otro tradicional enemigo de Inglaterra.
El 6 de junio la fuerza británica se vio en La Habana. Inmediatamente, doce barcos fueron enviados a la boca del canal de entrada para bloquear encerrar a la flota española. Su plan era tomar primero el fuerte Morro, al norte del canal, asediándolo según las enseñanzas de Vauban. Debido a su posición, una vez tomada la fortaleza la guarnición de la ciudad tendría que rendirse. Sin embargo, este plan no tuvo en cuenta el hecho de que la fortaleza estaba situada en un promontorio rocoso donde era imposible excavar las trincheras de acercamiento y que una gran zanja cortada en la roca protegió el fuerte en el lado de la tierra.
La fuerza española, encabezada por el gobernador Prado y el almirante Hevia, fue sorprendida por el tamaño de la tropa atacante y adopto tardíamente una actitud defensiva con la esperanza que refuerzos, un huracán o la fiebre amarilla destruyeran al enemigo. En consecuencia, la flota española fue mantenida en el puerto, mientras que sus marineros, artilleros y marines fueron enviados a guarnecer las fortalezas de Morro y Punta bajo el mando de oficiales navales. La mayoría de sus municiones y pólvora, así como sus mejores armas, fueron transferidas a esas dos fortalezas. Entre tanto, las tropas regulares quedaron a cargo de la defensa de la ciudad.
La entrada del puerto se cerró con una cadena y tres navíos de línea, el Asia, la Europa y el Néptuno, fueron elegidas por su mal estado para ser hundidas detrás de la cadena. Conscientes de la importancia del Morro, los comandantes españoles le dieron máxima prioridad.
El 7 de junio las tropas británicas fueron desembarcadas al noreste de La Habana y comenzaron a avanzar hacia el oeste al día siguiente. Se enfrentaron con un cuerpo de milicia que fue fácilmente rechazado. Al final del día, la infantería británica había llegado a los alrededores de La Habana. La defensa del Morro fue asignada a Velasco e Isla, un oficial naval, que inmediatamente tomó medidas para preparar y proveer la fortaleza para un asedio.
El 11 de agosto, después de que Prado hubiera rechazado la petición de capitular que le había enviado Albemarle, las baterías británicas abrieron fuego contra La Habana. Un total de 47 cañones (15 de 32 libras y 32 de 24), 10 morteros y 5 obuses machacaron la ciudad desde una distancia de 500-800 metros. Al final del día, fuerte La Punta fue silenciada. Prado no tenía otra opción que rendirse.
Los días 12 y 13 de agosto prosiguieron las negociaciones de los artículos de capitulación. Prado y su ejército obtuvieron los honores de la guerra. Hevia olvidó quemar su flota que cayó intacta en manos de los británicos.
Consecuencias
El 14 de agosto entraron los ingleses en la ciudad. Habían obtenido la posesión del puerto más importante de las Indias Occidentales españolas, equipamiento militar, 1.828.116 pesos españoles y mercancías valuadas en alrededor de otro 1.000.000 pesos españoles. Tomaron el Aquilón (74 cañones), Conquistador (74), Reina (70), San Antonio (64), Tigre (70), San Jenaro (60), África (70), América (60), Infante (74) y Soberano (74), junto con 3 fragatas, 9 embarcaciones más pequeñas, entre ellas la Marte (18) comandada por Domingo de Bonechea, y algunos buques armados pertenecientes a las compañías mercantiles de La Habana y Caracas. Además, dos nuevos buques de línea casi terminados fueron incautados en los astilleros: San Carlos (80) y Santiago (60 u 80).
Durante el asedio los británicos habían tenido 2.764 muertos, heridos, capturados o desertores, pero el 18 de octubre también habían sufrido 4.708 muertos por enfermedad. Una de las brigadas más agotadas fue trasladada a América del Norte donde perdió otros 360 hombres dentro de un mes de su llegada. Tres buques de línea se perdieron como resultado directo de los disparos españoles o por los graves daños recibidos que causaría su desaparición más tarde. Poco después del asedio el HMS Stirling Castle fue declarado inutilizable, siendo despojado y hundido. El HMS Marlborough se hundió en el Atlántico debido a los extensos daños recibidos durante el sitio, y el HMS Temple se perdió mientras volvía a Gran Bretaña para reparaciones.
A su regreso a España, Prado y Hevia fueron sentenciados y condenados.
Ocupación y canje por la Florida
Tras once meses, en julio de 1763, Inglaterra y España acordaron un canje en el cual parte de la Florida quedaría en manos de los ingleses a cambio del retorno a España de La Habana y Cuba en su totalidad.