LA TRÁGICA MUERTE DE CHANO POZO.
Luciano Pozo González, conocido universalmente como “Chano” Pozo. Mucho se ha especulado sobre el lugar donde vio la luz primera el 7 de enero de 1915, pero lo cierto es que fue en un humilde cuarto del solar “Pan con timba”, que estaba en la Calle 31 y Carbonería, en el corazón del Barrio La Timba, ubicado detrás del Cementerio de Colón, en La Habana.
De aquella cuartería la familia se trasladó para otra ciudadela llamada “El África”, un inmenso solar situado en Zanja y Oquendo y que toma su nombre porque en ella moraban en su mayoría personas de la raza negra.
La infancia de Chano Pozo fue la misma que vivían los niños negros y desamparados en aquellos años. Sus amigos no le dieron un buen ejemplo y siendo aún adolescente fue a parar al Reformatorio de Torrens.
Cuando salió comenzó a aprender a tocar la tumbadora y el tambor llamado conga, inspirándose en los tocadores de los solares que frecuentaba donde también se formó como bailador y compositor.
Las comparsas de los carnavales de La Habana lo tuvieron entre sus participantes, principalmente Los Dandys del barrio de Belén, donde también estaba Félix Chapottín. Allí en 1940 introdujo el baile llamado “la jiribilla”.
Por esa época comenzó a componer sus famosas rumbas: Blem, blem, blem, Nagüe, Parampampín, Manteca y otras. Fue el cantante Miguelito Valdés el que más popularizó la obra de Chano Pozo.
De su paso por Los Dandys se recuerda todavía en la actualidad un coro que dice:
Siento un bombo mamita
Me está llamando
Sí, sí, son Los Dandys
Existen fotos donde aparece Rita Montaner bailando con Los Dandys del brazo de Chano Pozo, al cual ella ofreció conciertos con su música.
Algunos estudiosos de nuestra identidad cultural insisten en situar la fusión de la música cubana con el jazz a partir de la composición Tanga, de Mario Bauzá; mientras otros afirman que este hecho se produjo de la asociación de Chano Pozo con Dizzy Gillespie en 1947, año en que Bauzá se lo presenta a Gillespie, quien en esos momentos estaba “como loco” buscando un buen tocador de tumbadoras o de congas para incorporarlo a su orquesta. Así que enseguida lo puso en su banda y en ese mismo año actuaron en el famoso Carnegie Hall de Nueva York y grabaron varios discos, entre estos Manteca.
Y es precisamente por esa fecha que Gillespie denomina “cubot” a la fusión anteriormente mencionada, que después se conoció como “Latin Jazz”.
Lo cierto es que fue a partir de aquella memorable actuación de Chano Pozo en la banda de Gillespie que el tamborero habanero alcanzó su mayor fama actuando en Estados Unidos y Europa, donde dio a conocer por primera vez el ritmo cubano. El propio Gillespie lo calificó como: “El tamborero más grande que he oído en mi vida”.
Con motivo de su centenario se han publicado varios trabajos periodísticos dando a conocer aspectos de la vida y la obra de Chano Pozo, pero aún son insuficientes para divulgar en su justa dimensión la obra de este discutible y a veces hasta maltratado músico cubano que desde su precaria existencia marginal y su miseria se alzó dando a conocer al mundo los ritmos cubanos valiéndose de sus tambores y sus poderosas manos, que hicieron levantar de sus asientos a asombradas multitudes en sus conciertos.
Mucho luchó en La Habana para abrirse paso con sus tambores desde que se presentó en la emisora RHC Cadena Azul con su Conjunto Azul, donde también estaba su amigo Félix Chapottín. Luego, en 1940, se presentó en el show del Cabaret Tropicana con la producción Congo Pantera. También por breve tiempo fue uno de los integrantes de la orquesta Hermanos Palau, hasta que se trasladó a Estados Unidos en 1946 donde lo esperaban Miguelito Valdés y Frank Grillo “Machito” que lo pusieron en contacto con Bauzá.
Ahora bien, ¿cómo murió Chano Pozo? Existen varias versiones que siempre especulan cuando se trata de la muerte de personajes célebres y más si estos fallecen en forma trágica.
Chano Pozo gustaba de bailar al compás de la música de las victrolas instaladas en los bares. Una noche, la del 3 de diciembre de 1948, se encontraba bailando de esta forma cuando llegó al bar el puertorriqueño Eusebio Muñoz Muñoz, exfrancotirador del Ejército Norteamericano en la Segunda Guerra Mundial. Este veterano boricua le pidió a Chano una satisfacción por una discusión sostenida días atrás, a lo que se negó el músico cubano. Entonces “El cabito” —como le decían a Muñoz—, extrajo una pistola que portaba y se la descargó a Chano, dándole muerte instantáneamente. Por cierto, por este crimen “El cabito” nada más que cumplió dos años de prisión.
Los restos de Chano fueron traídos a La Habana y, por extraña coincidencia, su tumba está situada en el Cementerio de Colón a unos escasos sesenta metros del solar donde nació.
Así desapareció el famoso rumbero y compositor y nació para la historia del jazz un hombre convertido en leyenda, al que la música cubana le debe haber sido conocida fusionada dando lugar a un ritmo desconocido hasta entonces: el “Latin Jazz”.
FUENTE:
—Cuesta, Tony: Biografía de Chano Pozo. Inédita