LA TRISTE HISTORIA DEL:
«TEATRO MUSICAL DE LA HABANA»
LA MUERTE, SU FANTASMA, EL OLVIDO E INCREÍBLE FINAL….
Por. Henry Puente.
La grandeza, el brillo, junto al esplendor que produjo el simbólico y más que luminoso Teatro Musical de La Habana, increíblemente, tuvo su final. De ese lugar salieron incontables, cantantes, actores, bailarines, artistas integrales, que más tarde, muchos de ellos, al día de hoy regados por el Mundo, unos pocos aún en Cuba, se convertirían en auténticas estrellas, divas y divos, con una calidad impresionante, algunos nombres muy famosos, otros, aún con una calidad artística impresionante, desafortunadamente, pasaron al anonimato, no obstante, todos indispensables, inmensos, ya pertenecientes a nuestra cultura por siempre, no mencionaré en forma individual a ninguno, pues la lista sería muy extensa y versátil.
El público que asistió sabe que es cierto lo que escribo, fue testigo de semejante luminosidad, sus muchísimos años regalando complacencia, donde estaban incluidos todos los géneros escénicos posibles, lo más triste apesadumbrado y decadente, ya no existe, lo asesinaron, desapareció.
En los 131 años del Teatro Musical cumplidos, antes Alhambra, muchas personas asocian la confluencia de Consulado y Virtudes con una de las empresas escénicas más sobresalientes de todos los tiempos, a esa esquina llegó la compañía, al lugar destinado para hacer teatro musical ¡ Y punto !
Como se sabe a través de la historia, la noche del 18 de febrero de 1935, terminada la última función, se desplomó el vestíbulo del Alhambra y Enrique Arredondo, el más célebre de nuestros negritos, tuvo que poner pie en polvorosa o de lo contrario, por un tilín, pudo ser aplastado. Entonces, después del derrumbe, se construyó en la misma esquina de Consulado y Virtudes el cine teatro Alkázar inspirado por el madrileño del mismo nombre también llamado Palacio de los Recreos, de la calle de Alcalá, donde era habitual la presentación de revistas musicales españolas. ¡Qué coincidencia.
Por el Alkázar habanero pasó la flor y nata del espectáculo musical nacional e internacional, Rosita Fornés, Esther Borja, Rita Montaner, Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Conchita Piquer, Pérez Prado y su banda con las mamboletas, las Mulatas del Fuego y muchos más. También cuentan que se sentaron en aquel lunetario Rubén Darío, Blasco Ibáñez, Valle Inclán, Jacinto Benavente y Federico García Lorca.
Entrado el año 1962, aún el Alkazar era cine, pero pronto se decidió que allí mismo podía empezar a funcionar el Conjunto Nacional de Entretenimiento donde está la medular simiente del Teatro Musical de La Habana, aquel, se había empezado a formar en los amplios espacios de Convento de Santa Clara, donde se reunió la flor y nata de la música, la actuación y la dramaturgia más joven cubana. Así fue como el descollante conjunto enseguida llegó a ser el Teatro Musical de La Habana y, por vasos comunicantes, empezó a funcionar en el Alkázar, que nunca más llevó aquel nombre y se convirtió en «El Musical».
Todavía como el Alhambra, tuvo dos épocas, pero, sin la menor duda, las del Musical fueron las más importantes y exitosas, es a partir de 1962, con la dirección del mexicano Alonso Arau, y luego durante los doce años de Héctor Quintero capitaneando, magistralmente, el colectivo hasta 1988. Al año, se cerró nuevamente el local por decisión de los bomberos que, en una inspección, encontraron problemas en las instalaciones eléctricas.
El Musical de La Habana puso obras internacionales, nacionales, adaptaciones y algunas recuperadas del vernáculo cubano, ejemplo de esto fueron, Pato macho, La ópera de los tres centavos, Irma la dulce, Los novios, La tía de Carlos, Los fantásticos y Tía Meim. También Mi solar, Música para ojos y orejas, Teatro Loco, Los siete pecados capitales, Las vacas gordas, El vergonzoso en palacio, La Tarumba, Electra Garrigó, Decamerón, Lo musical, Roda Viva, La Fornés en el Musical, Esto no tiene nombre, Mi bella dama, Vida y muerte severina, En el viejo varietés, Pachencho vivo o muerto, La verdadera historia de Pedro Navaja, Chorrito de gentes, y El amor no es un sueño de verano.
Al día de hoy, al mirarla con lágrimas y suspiros, en esa esquina tan historiada, solo queda el fantasma de aquello que otrora se llamo «El Teatro Musical de La Habana» borrado impunemente de la faz de la escena cubana….