InicioTodoLa única"DIVA"cubana que cantó en Italia, dentro del codiciado teatro.

La única»DIVA»cubana que cantó en Italia, dentro del codiciado teatro.


La única»DIVA»cubana que cantó en Italia, dentro del codiciado teatro.
*LA SCALA DE MILÁN*

Por. Henry Puente.

Como es conocido por todos los amantes de la ópera, lo máximo que puede aspirar un artista dedicado a ese género, es cantar, aunque sea por una vez, en el emblemático templo de la lírica, o sea, el anhelado por todos los operativos La Scala de Milán, pues para nuestra satisfacción una diva criolla lo consiguió y esa fue la estelar Marta Pérez hace más de medio siglo, de ese modo ella se convertiría, en la primera y única intérprete cubana que cantó en ese santuario de la ópera mundial que es el Teatro Scala de Milán, también conocido por muchos como » El Teatro alla Scala».
La voz de una cubana se escuchó por primera vez en ese santuario de la ópera mundial que es el Teatro alla Scala de Milán. La protagonista de aquella proeza, hasta hoy nunca repetida, fue Marta Pérez, quién nació en la ciudad de La Habana,1924, una de las muchas glorias de nuestra cultura que resulta una ilustre desconocida para varias generaciones de criollos.
Las razones de semejante barbaridad se volverán nítidas si simplemente anotó que en 1960 la famosa intérprete decidió marcharse de la Isla, al igual que muchos compatriotas suyos, Marta Escolástica de los Ángeles Pérez y Suárez es hija de un matrimonio de cubanos y españoles, asimismo, al revisar su biografía se constata que su vocación artística se manifestó desde la niñez, antes de cumplir diez años, se había presentado ya en varios programas radiales y había participado en varias giras por ciudades y pueblos del interior del país, inició la etapa formativa en 1935, cuando empezó a tomar clases de piano y de canto, estas últimas con Maryla Granaowska, una profesora polaca radicada en Cuba. Para 1939 es admitida en el Coro de la Orquesta Filarmónica de La Habana, y gracias a una recomendación de su director es promovida a la categoría de solista, eso la convirtió en la artista más joven que había logrado esa posición, los nueve años que allí trabajó contribuyeron a completar su formación y le dieron la oportunidad de cantar bajo la batuta de figuras del prestigio de Eric Kleiber y Herbert von Karajan.
Un año señalado en la flamante carrera de Marta Pérez es el de 1946, su talento y su excelente calidad como intérprete lírica eran ya ampliamente reconocidos, uno de los que se entusiasmó con sus cualidades fue Ernesto Lecuona, quien la invitó a tomar parte como artista acompañante en la gira por Estados Unidos que iba a emprender, las actuaciones se extendieron por varios meses, y en la programación estuvieron incluidas plazas tan importantes como el Carnegie Hall, en Nueva York, el Constitucional Hall, en Washington, y la Music Academy de Filadelfia, no obstante, no sería aquélla su única colaboración con Lecuona, en los años siguientes, Marta Pérez interpretó los papeles protagónicos de tres de las zarzuelas creadas por el más universal de los compositores cubanos: María la O, Rosa la China y El cafetal.
Lecuona, sin embargo, no fue el único compositor que la tuvo entre sus artistas más admiradas y favorecidas, otro de nuestros mejores músicos, Gonzalo Roig, la seleccionó como figura principal para la primera grabación de su Cecilia Valdés, realizada en 1948, la popularísima zarzuela se había estrenado en 1932, y desde entonces había sido cantada por figuras como Caridad Suárez, Rita Montaner y Zoraida Marrero, algunas de ellas de manera memorable, pero Roig consideró que en Marta Pérez había hallado la intérprete perfecta, y de hecho, Marta Pérez hizo de la célebre mulata el papel emblemático de toda su trayectoria.
Absurda e increíblemente, en 1990, Alina Sánchez, otra de nuestras mejores Cecilias, grabó de nuevo la zarzuela de Roig, en la cubierta del disco aparecen mencionadas las cantantes que la antecedieron, para el estupor de los grandes perfeccionistas conocedores al dedillo de la música lírica, junto a la verdadera historia, no se incluyeron allí los nombres de Zoraida, ni de Caridad, tampoco el de Marta, quienes desde hacía años residían en el exilio, por enésima vez era aplicada la política mezquina de mutilar y escamotear parte de nuestra historia cultural.
Pero volviendo a aquella grabación, el disco se realizó aquel año y empezó a circular el siguiente, en Cuba fue todo un éxito de ventas, y tuvo además una buena acogida en el extranjero, para Marta Pérez representó la tarjeta de presentación que la catapultó internacionalmente, y pronto le llegaron las primeras ofertas para presentarse en América y Europa.
Por otro lado, la entrada de la televisión en la isla inauguró una nueva etapa para los artistas, entre finales de 1950 y principios de 1951 empezaron a transmitir los dos primeros canales, CMQ y Canal 4. Marta Pérez estuvo entre las intérpretes que pudo enfrentar sin dificultad el paso del medio radial al televisivo, debido a que además de sus excelentes cualidades vocales y musicales, poseía un gran talento dramático y una poderosa personalidad escénica, su presencia empezó así a hacerse habitual en espacios como El Cabaret Regalías, Gran Teatro Lírico, Miércoles de Amor Palmolive, Gran Teatro Esso y Jueves de Partagás, igualmente, y gracias a su creciente popularidad, Marta pasó a tener su propio programa, nombrado «Marta Pérez y sus canciones».
En 1954, Marta Pérez fue invitada a Suiza para tener una audición ante Herbert von Barajan y Antonio Ghiringhelli, esté último era a la sazón director del Teatro alla Scala de Milán, y quedó tan impresionado con su talento, que de inmediato le ofreció una beca para que pudiese ir a Italia, dos meses después de haber llegado, Marta recibió una nueva invitación, ésta vez para interpretar el personaje de Preziosilla de la ópera de Giuseppe Verdi «La forza del destino», el 25 de mayo de 1955, la mezzosoprano se convirtió en la primera artista cubana que cantó en el mundialmente famoso teatro milanés.
En esa ocasión tuvo el privilegio de compartir el escenario con la súper diva Renata Tebaldi y Giuseppe di Stefano, dos de las figuras más importantes del bel canto italiano de todos los tiempos, aquel estreno suyo recibió el espaldarazo de los críticos, que destacaron su refinado estilo y su buena escuela.
Marta tuvo más tarde la oportunidad de volverse a presentar en la Scala, está vez junto a Giulietta Simionato en «Cavallería rusticana», asimismo, un año después de aquel exitoso debut, Renata Tebaldi le propuso repetir su actuación en «La forza del destino», en la gira que iba a realizar por Estados Unidos, por otro lado, en esta década el repertorio de Marta Pérez se enriqueció con la incorporación de nuevos títulos, como «Rigoletto», «El rapto de Lucrecia», «Carmen», «La médium», «El murciélago», «El amor brujo».
Entre todos esos papeles, siempre confesó preferir los de las operetas y las obras clásicas más ligeras. ¿La razón? Para una persona como ella, que disfrutó mucho de la vida, resultaba un enorme esfuerzo el someterse a los rigores emocionales y físicos que el fuerte dramatismo de los personajes de las grandes óperas exige, esa carrera tan brillante y ascendente se vio frenada en la siguiente década.
En octubre de 1960, Marta toma la determinación de marcharse de Cuba, eso representaba para ella el tener que empezar casi de cero en Estados Unidos, donde pasó a residir, en una entrevista aparecida en mayo de 1962 en el New York Mirror, se refiere a ello con tristeza exponiendo:
-En Cuba yo estaba en la cima, ahora tengo que lograr de nuevo la fama, no resulta fácil, pero yo soy optimista, por lo menos soy libre y eso quizás es más valioso que una carrera-.
Su talento y sus magníficas cualidades musicales le facilitaron el inicio de esta nueva etapa, uno de sus primeros éxitos se lo debió precisamente al papel que la consagró tanto en su patria como internacionalmente, en septiembre de 1961 ofreció en el «Carnegie Hall» un concierto con la música de la Cecilia Valdés de Roig, en esta oportunidad bajo la dirección de Alfredo Munar, la acogida que tuvo superó las expectativas del elenco y de los productores, e hizo que Rudolf Bing, director de la Metropolitan Opera House, se interesara por repetirlo, su interés cristalizó, en julio de 1965, en una nueva presentación del concierto en el Lewisohn Stadium de Nueva York, donde fue presenciado por más de dieciocho mil espectadores.
Tras aquellas presentaciones de «Cecilia Valdés», Marta Pérez vio cómo se le abrían las puertas de otras importantes plazas de Nueva York: «El Lincoln Center», «El Town Hall», «El Manhatan Center», le brindarían también la oportunidad de participar en el elenco de una obra musical en Boradway, «Infidel Caesar», una recreación del Julio César de Shakespeare, asimismo, realiza temporadas con las óperas de Oklahoma y Connecticut, así como conciertos en las principales ciudades de Estados Unidos, su presencia es reclamada en espacios estelares de la televisión norteamericana, como los shows de Rudy Vallee, Steve Allen, Match Millar y Ed Sullivan, esté último el de mayor popularidad en esos años. Actúa además en los teatros Colón, de Buenos Aires, y Bellas Artes, de México, y emprende giras que la llevan a España, Inglaterra y Alemania.
En 1967 se une a Miguel de Grandy II, Pili de la Rosa y Demetrio Aguilera Menéndez para fundar en Miami la Sociedad Pro Arte Grateli, una institución que se convertiría en uno de los pilares de la cultura cubana del exilio, durante todos esos años, desarrolló una sostenida y valiosa labor, al promover el montaje de comedias musicales, conciertos y obras dramáticas del repertorio cubano e internacional, hasta su retiro artístico, Marta fue una de los miembros más activos y entusiastas de Gratelli, y tomó parte en muchas de sus producciones, en Miami volvió a interpretar el papel protagónico de «Cecilia Valdés», y también los de títulos como «Los claveles», «Doña Francisquita», «Luisa Fernanda», «El cafetal», «María la O», «La viuda alegre», «La verbena de la paloma», «La revoltosa», «El conde de Luxemburgo» y «El sonido de la música».
Su legado discográfico hoy resulta prácticamente imposible de hallar, su máxima obra, «Cecilia Valdés» que grabó con Roig en 1948, ojalá que alguna compañía se animará a remasterizarla y ponerla de nuevo al alcance de los melómanos ¡ Valdría la pena hacerlo con semejante joya ! En el Museo del Disco, de Miami, se puede encontrar, en cambio, un álbum suyo titulado «La bella cubana», donde se recogen sus interpretaciones de canciones como «No puedo ser feliz», «Lamento cubano», «Noche azul», «Habana», «Oguere», «Habanera tú», «Corazón» y «La bella cubana», estás grabaciones no fueron realizadas en las condiciones óptimas, pero nos brindan la maravillosa e impagable oportunidad de escuchar en su mejor momento a una de las auténticas diosas de la música lírica cubana, al día de hoy convertida en leyenda.
La divina e irrepetible Marta Pérez falleció en la ciudad de Miami, el miércoles 19 de agosto del 2009, fue un día gris con mucha lluvia, como si la naturaleza se hubiese puesto de acuerdo para llorar a la inmensa gran DIVA…..



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