Lo cuenta Marcelo Pogolotti en sus memorias. Un hecho inusitado, de esos que parece que solo ocurren en La Habana, tuvo lugar durante uno de los conciertos que en el viejo teatro Payret auspiciaba la Sociedad Pro Arte Musical.
En el Payret se presentaba tanto el circo Santos y Artigas como el circo Pubillones. Había espectáculos circenses, pero la empresa presentaba, en horario diferente, otros programas, e incluso los había que eran de los llamados de variedades, con orquesta, parejas de baile, cantantes, payasos, malabares, magia, etc. El caso es que mientras no había función de circo, los leones y otros animales, en sus jaulas, permanecían en los sótanos del teatro.
Una tarde se presentaba en el Payret, Ignacy Ian Paderewsky, el gran pianista polaco, famoso sobre todo por sus interpretaciones de la obra de su compatriota Federico Chopin. Todo iba de maravillas hasta que el tremendo y pavoroso rugido de un león hizo trepidar el escenario. Los largos dedos del pianista impar se despegaron del teclado mientras volvía la cabeza hacia el telón de fondo. En efecto, allí, desafiante, estaba uno de los leones escapado de las jaulas del Santos y Artigas.
Sin pensarlo dos veces, el pianista se puso de pie y emprendió veloz carrera hacia la salida. Dicen que nunca más volvió a poner un pie en el teatro Payret.