InicioTodo"Longina" Manuel Corona La sublime “Longina”, una de las canciones

"Longina" Manuel Corona La sublime “Longina”, una de las canciones

"Longina"
Manuel Corona 🇨🇺🎶🎵🎹

La sublime “Longina”, una de las canciones más hermosas de la trova cubana de todos los tiempos, compuesta por un grande del género en la isla y el trovador con mayor número de letras con nombre de mujer en su repertorio, Manuel Corona.

"En el lenguaje misterioso de tus ojos/ hay un tema que destaca sensibilidad/ En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso/ las curvas que se admiran despiertan ilusión"… se escuchó entonar al músico bohemio, aquel 19 de octubre de 1918. Era la canción hecha por encargo para la que fuera por siempre su musa inspiradora.

Entre las anécdotas que dejó la cantante, guitarrista y compositora cubana María Teresa Vera se recuerda especialmente que el domingo anterior, 12 de octubre, estando reunidos en su casa en un solar habanero los trovadores José Díaz (el negro), el primero que puso en las manos de Vera una guitarra, Manuel Corona, Emilio Ballagas, Isaac Oviedo y García Nuviola, como lo hacían semanalmente, tuvieron la visita de una bella muchacha de raza negra y presencia majestuosa. Vestida de seda y con un turbante azul, venía del brazo del político y director de "El Día", uno de los periódicos más influyentes de la época en La Habana, y excomandante del Ejército Libertador, Armando Andrés (Andresito como ella le decía).

Era una mañana lluviosa y Armando Andrés, quien presentó a la joven como su amiga, pidió a Corona que le hiciera una canción. ¿Cómo usted se llama? le dijo el bardo. Pregunta a la que ella respondió: “Longina O’Farril, soy de Madruga”. Fue suficiente para que naciera una de las composiciones que catapultó a la celebridad al artista nacido en Caibarién, antigua provincia de Las Villas, el 17 de junio de 1880 y fallecido en la mayor miseria, enfermo de tuberculosis, en un tugurio de la habanera barriada de Marianao, el 9 de enero de 1950.

Fue María Teresa Vera quien grabó por vez primera Longina en los Estudios RCA Víctor de Nueva York, de los cuales era artista exclusiva.

Cuentan que años después Manuel Corona encontró a Longina en la calle, la saludó con afecto y ella, indiferente, respondió fríamente. Quizás, de alguna manera, había quedado en el recuerdo del trovador y ante tal menosprecio compuso “La Rosa Negra”: te he vuelto a ver Longina seductora…

Pero la muchacha de ébano no había olvidado al autor de “Longina”. Tanto es así que el Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén, dejó escrito el testimonio de lo dicho por ella al conocer el fallecimiento del músico que dejó su nombre en la tradición trovadoresca cubana y en el gusto popular. “A la una de la mañana tocaron a mi puerta para darme la noticia de la muerte de Manuel, y eso me hizo una horrible impresión. Estaba y estaré agradecida a él. Corona ha muerto, pero la mujer que le inspiró una de sus mejores canciones está viva y lo recordará sin cesar. En cierto modo él me inmortalizó. Hubiera querido estar a su lado en el instante en que lanzó su último suspiro. Yo sabía que se hallaba enfermo, tuberculoso, y sabía también que no se cuidaba, que se había entregado a la bebida, sin importarle su estado físico. Puedo decir que Corona se suicidó, porque si se hubiera cuidado un poco habría vivido algún tiempo más”.

Longina vivió hasta la década del 70 del siglo XX. Sus últimos años transcurrieron en un hogar de ancianos de La Habana. Al morir fue sepultada en la habanera necrópolis de Colón, pero por deseo de los habitantes del central municipio de Caibarién, sus restos fueron trasladados en 1988 al panteón donde descansa Manuel Corona, el hombre que la dejó en el recuerdo de los cubanos.





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