Los dignos: Ana Rosa Díaz Naranjo, escritora y actriz.
Odio el abuso, la injusticia. Le he entregado mi vida al arte desde esta pequeña aldea. Los artistas nos debemos a nuestro pueblo. A este pueblo que año tras año, disciplinado, espera una luz que jamás llega. Y me resulta triste e indignante ver a las personas matándose a golpes entre sí. Gritando unos pocos por la calle, como perros con rabia, sanguinarios, enviados del infierno. Rojos de ira, con el deseo ferviente de golpear a su hermano. Felices porque les dijeron Mata. Reprimiendo. Mintiendo todo el tiempo, manipulándolo todo. Queriendo tapar el sol con un dedo. Hermanos contra hermanos por no pensar igual. Señor mío, nada ni nadie en este mundo es idéntico! Duele el silencio cómplice de los intelectuales, de los artistas ante este acto genocida contra un pueblo desarmado y hambriento. Un pueblo que solo desea vivir como seres humanos y se le respeten sus derechos. No puedo callar. Esto es la gota que rebasó la copa. Jamás imaginé que una cosa así pudiera pasar. Pero está pasando. Y yo, que con tanto orgullo ostenté durante tantos años haberme ganado un sitio en dos de las filiales de la Uneac, como escritora y como actriz, hago pública mi renuncia de esta institución. Que Dios les perdone tanto silencio, tanta complicidad con el mal. LO QUE ESTÁ MAL ESTÁ MAL. Y ESTÁ REMAL. No hay justificación posible. Que Dios nos proteja. VIVA CUBA LIBRE. Y firmo esto: Ana Rosa Díaz Naranjo.