Los primeros inodoros se instalaron en Cuba en 1887, en el edificio que ocupaba entonces el Muy Ilustre Centro Asturiano de La Habana, como se le llamaba en la época y después. Eran de fabricación inglesa y no tenían nada que ver con los de ahora. Se confeccionaban de hierro fundido, tenían forma de embudo y el agua se depositaba en una caja de madera forrada de zinc. Esa caja estaba situada en lo alto, bien separada de la taza, pero conectada con ella gracias a un tubo y se descargaba al tirarse de una cadenilla. Se dice que la directiva de los asturianos invitó al Capitán General a conocer tan prodigioso invento y que el hombre, estupefacto, solo alcanzó a murmurar: «Magnífico, pero se extraña el olorcito».
Se dice además que el Gran Hotel fue el primero que contó con instalaciones hidrosanitarias. Se promocionaba en el Anunciador General de La Habana, de 1878, como «Gran Hotel-Baños y condiciones apetecibles».
Fue también en esa época, más o menos, en que comenzaron a azulejarse las cocinas y los cuartos de baños cubanos. Antes empezó a utilizarse el ascensor. El primer establecimiento hotelero dotado en la Isla de un elevador hidráulico fue el Hotel Pasaje. Un edificio de dos plantas construido hacia 1876 por la familia Zequeira y Zequeira, y que se derrumbó en la década de 1980.