Manuel Márquez Sterling (1872-1934). Escritor, periodista y diplomático cubano. En 1934 fue presidente de la República de Cuba durante seis horas.
Biografía
Nació en la sede diplomática de la República de Cuba en Armas en Lima, Perú, donde su padre se desempeñaba como delegado mambí, el 28 de agosto de 1872; por lo cual, jurídicamente, fue cubano por nacimiento. A los diez años de edad pasó a residir a Puerto Príncipe (hoy Camagüey, en Cuba), donde cursó la primera enseñanza. En 1889 se graduó como bachiller en el Instituto de Segunda Enseñaza de Puerto Príncipe. Debido a problemas de salud, sus padres lo enviaron a México a reponerse durante un año. Volvió a Camagüey, y en 1891 matriculó en la Universidad de La Habana la carrera de leyes. De vuelta a México, trabajó como empleado bancario y colaboró en diversas publicaciones.
Se une a la Guerra de Independencia
En 1894 conoció a José Martí y se vinculó a los preparativos de la Guerra de Independencia, pero su mala salud le impidió participar en la contienda. En Nueva York trabajó como secretario de Gonzalo de Quesada, quien le encomendó la organización del archivo de José Martí. Partió hacia París en misión de propaganda, y lo mismo hizo más adelante en Madrid. Terminada la guerra, regresó a Cuba y desempeñó en Camagüey un puesto en la inspección del censo.
Su vinculación al periodismo
Desde muy joven se vinculó al periodismo. A los quince años fundó la revista El Estudiante, y un año después empezó a colaborar en El Pueblo. En 1889 ingresó en la redacción de El Camagüeyano, periódico creado por su padre. Durante su primera estancia en México publicó artículos en El Eco del Comercio y en La Revista de Mérida. Más tarde publicó artículos en La Habana, en el diario La Lucha. En su segunda estancia en México escribió crónicas sobre ajedrez para el Diario del Hogar y publicó la revista El Arte de Philidor (1894). Fundó además el semanario La Lucha, de militancia revolucionaria, y fue corresponsal de La Discusión. En España colaboró en la Revista Internacional de Ajedrez.
Entre sus publicaciones se encuentran los libros:
• «Menudencias de crítica literaria»
• «Hombres de pro»
• «Tristes alegres»
• «Ideas y sensaciones»
• «Psicología profana»
• «La muerte del Libertador»
• «Burla, burlando»
• «La Diplomacia en nuestra historia»
• «Los últimos días del presidente Madero»
• «Las Conferencias de Shoreham»
• «El proceso histórico de la Enmienda Platt»
Vida republicana
Durante la Primera ocupación militar de los Estados Unidos en Cuba colaboró en La Verdad. En La Habana escribió para Patria, Cuba libre y El Fígaro (1900 – 1926), que lo eligió como «el mejor escritor joven cubano» en 1903. Colaboró también en El Heraldo y en El País. En 1901 figuró entre los fundadores del periódico El Mundo, en el cual desempeñó el cargo de jefe de redacción. Como corresponsal político de ese diario, fue uno de los dos reporteros que acompañaron a la comisión de la Convención Constituyente de 1901 que viajó a Estados Unidos para discutir con el presidente de ese país, William McKinley, la imposición de la Enmienda Platt.
Fue fundador en 1913 del diario Heraldo de Cuba, el cual abandonó para fundar La Nación tres años más tarde. En este participó intensamente en asuntos políticos, y en la oposición a la campaña para la reelección del presidente Mario García Menocal. El volumen Doctrina de la República recopiló algunos de los textos que escribió en ese período. Por su intensa y brillante ejecutoria, Márquez Sterling ha sido considerado una de las figuras más importantes del periodismo cubano. En 1943, la Escuela Profesional de Periodismo, primera de su tipo en Cuba y cuarta en América Latina, adoptó su nombre.
Su carrera diplomática fue paralela a la periodística. Su primer nombramiento como secretario de la Legación de Cuba en México no tuvo efecto al ser declarado persona non grata por el secretario de Relaciones Exteriores de ese país, a causa de un artículo suyo sobre el presidente Porfirio Díaz. En 1907 fue designado cónsul general de Cuba en Buenos Aires. A partir de ese año y hasta el final de su vida desempeñó cargos diplomáticos en Latinoamérica y Estados Unidos.
En 1913 presentó cartas credenciales al presidente Francisco I. Madero, de México, quien resultó apresado en febrero de ese mismo año como consecuencia de un golpe de Estado. Márquez Sterling denunció la complicidad en estos sucesos del embajador norteamericano Henry Lane Wilson, con el cual finalmente se entrevistó para abogar por la libertad de Madero. Sin embargo el 22 de febrero de ese año Madero fue asesinado en un costado del Palacio de Lucumberri, en Ciudad México. Una vez muerto este, acompañó a sus familiares a Cuba. Escribió artículos sobre la Revolución mexicana, entre los cuales se destacó el reportaje que sirvió de fuente a su libro Los últimos días del presidente Madero.
En 1924 fue nombrado director de la Oficina Panamericana del Ministerio de Estado. En 1929, durante el gobierno de Gerardo Machado, aceptó su designación como embajador en México, lo que le valió las críticas de muchos revolucionarios. Sin embargo, y a pesar de eso, mantuvo una postura de oposición a la dictadura de Machado.
En 1934, cuando el presidente Carlos Hevia se vio forzado por Fulgencio Batista a dimitir, Márquez Sterling, entonces secretario de Estado, aceptó la presidencia desde las seis de la mañana hasta el mediodía, hora en que trasladó el poder a Carlos Mendieta.
Márquez Sterling acuñó la frase «Contra la injerencia extraña, la virtud doméstica», que signaría su posición política frente a las ambiciones coloniales de Estados Unidos hacia Cuba y fue su lema. En un artículo publicado en La Nación el 13 de febrero de 1917 expresó: «la prueba más alta de patriotismo que a nuestro juicio puede dar un Gobierno Cubano es impedir, con su propia conducta (…) que aquellas advertencias del extranjero poderoso se funden en arbitrariedades cometidas en el ejercicio del poder».
Como embajador en Washington le correspondió, el 29 de mayo de 1934, firmar el Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903 entre Cuba y Estados Unidos, con el cual se derogó la Enmienda Platt. Después de rubricar aquel documento, dijo a su secretario personal: «Ya puedo morir tranquilo». Falleció el 9 de diciembre de ese mismo año.