MARTI EN EL MUNDO
El caso martiano es el del viajero, del exilado, que al inscribir y apropiar otras naciones y culturas, perfila la nacionalidad cubana y americana, la del presente y la del futuro.
Las migraciones y viajes martianos pertenecen a la dolorida experiencia del exilado,condición que el atribulado revolucionario asumió con un temperamento trágico y a veces esperanzador. Los movimientos espaciales de sus viajes empiezan temprano en su vida:
Primero, el destierro a España donde vivió cuatro años como deportado; luego, México, donde en apenas dos años de estancia se insertó en la vida cultural de la nueva república; después, estancias cortísimas en Guatemala y Venezuela; y, finalmente, la residencia en los Estados Unidos, donde pasó los años de la madurez, casi sin interrupción entre y el año de su muerte: 1895. Estas migraciones alimentaron su amplia visión americanista,de conseguir la libertad de Cuba y Puerto Rico; le permitieron desarrollar un ideario político y social cuyos conceptos conservan una vigencia extraordinaria todavía hoy; enriquecieron su formación cultural y literaria con el acervo de otras culturas, experiencia que marcó sus ideas distintas, más innovadoras en comparación con las de otros creadores de su época; y, en fin, contribuyeron a generar una obra de carácter eminentemente revolucionario, revisionista, y futuro.
En España absorbió la filosofía idealista krausista, en especial sus valores éticos; bebió de las fuentes clásicas de la literatura peninsular –Cervantes, Góngora, Saavedra Fajardo, Fray Luis de León, Santa Teresa, Quevedo, Gracián–, lecturas que dejaron una huella indeleble en su discurso, lecturas que supo fundir en un discurso híbrido y moderno cuya frescura y originalidad asombran todavía hoy. Las visitas a París desarrollaron su interés por la plástica, lo pusieron en contacto con las primeras exposiciones de los pintores impresionistas, y con la obra de los escritores parnasianos y simbolistas. Las estancias cortas en México y Guatemala despertaron su amor por la naturaleza americana, por las culturas indígenas de América, y por el sino trágico del indio en la sociedad decimonónica. En Venezuela, en la Revista Venezolana, fundada y editada por él, formuló el primer manifiesto del modernismo hispanoamericano. México y Venezuela le abrieron los ojos a las represiones de los caudillos americanos.
Y Estados Unidos le ofreció una visión del mundo desarrollado: el incipiente capitalismo, los atractivos y vicios de la democracia, los avances tecnológicos y científicos, el cosmopolitismo cultural, las obras de las figuras cumbres de la literatura norteamericana, y las contradicciones de la modernidad burguesa con sus valores utilitarios y materialistas.
En el caso de Martí es difícil hablar de migraciones o de exilios sin tocar la cuestión de patria. La patria, en resumidas cuentas, viene a ser una construcción híbrida de alcance universal.
La trascendencia y la importancia de Martí es más que la de un prócer de la independencia cubana. Es una referencia para la cultura latinoamericana, e incluso yo diría más, porque hay que tener en cuenta que tienen una importancia fundamental sus trabajos sobre Estados Unidos. Eso simboliza exactamente cuál fue la trascendencia de Martí. Más allá de que fuera cubano o español, yo creo que es un personaje universal.
¿Cuáles fueron los países visitados por Martí?
España, Honduras Británica (actual Belice), Francia, Reino Unido, Estados Unidos, México, Honduras, Antillas Holandesas (Curazao), Guatemala, Venezuela, Jamaica, Costa Rica, Panamá, Haití, Bahamas (Gran Inagua), Islas Turcas (Reino Unido) y República Dominicana.
Es imposible calcular el tiempo total invertido por José Martí durante las numerosas travesías que acometió a lo largo de sus 42 años de vida. Deben abarcar una buena cantidad de jornadas esos recorridos suyos, muchos en barco, otros a caballo y algunos en ferrocarril. Ninguno fue viaje de placer; sin embargo, sus diarios y notas sobre la marcha, así como las narraciones y referencias en sus textos periodísticos y en cartas, evidencian su disfrute de ellos.
Se insertaba así el cubano en esa práctica tan antigua como el hombre de vivir y contar aventuras en tierras extrañas, convertida por la modernidad en toda una especialización de la escritura y en un género literario: la crónica.