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Museo Farmacéutico de Matanzas. Localizado en la ciudad de Matanzas, conforma el

Museo Farmacéutico de Matanzas. Localizado en la ciudad de Matanzas, conforma el entorno de la Segunda Plaza de Armas. Edificado para botica e inaugurado en 1882, propiedad del Dr. Ernesto Triolet, realizó esta función hasta el 16 de enero de 1964 en que es nacionalizada. Reabre sus puertas como el primer museo farmacéutico de Latinoamérica el 1 de mayo de 1964 hasta la actualidad. En su construcción predominó el eclecticismo.
Actualmente, conserva todos los elementos muebles e inmuebles originales y es la única botica francesa de finales del Siglo XIX que permanece en el mundo. Con Grado de Protección I, es declarado Monumento Nacional el 20 de noviembre de 2007.
El Museo conserva la atmósfera de esta botica del siglo XIX, gracias a que aún permanecen sus estanterías originales, frascos, utensilios, libros e instrumentos en el mismo lugar escogido por sus fundadores hace más de 100 años.

Triolet, de origen francés, obtiene el título de Doctor en Farmacia en 1860 y revalida su título en la Universidad de la Habana el 10 de enero de 1866, después de llegar a la Isla gracias a una invitación que le hiciera el doctor Juan Fermín de Figueroa, entonces Rey de Boticas de Cuba, a quien había conocido en París. A su llegada a Cuba, fundan una Botica Francesa en Sagua la Grande Nuestra Señora de Regla. Interesado por el desarrollo social y económico de la Atenas de Cuba, tras su visita en 1880, decidieron edificar una botica al estilo francés, teniendo en consideración sus gustos y características personales.
El inmueble resulta un fiel exponente de la arquitectura neoclásica doméstica de fines del siglo XIX. Hasta hoy mantiene la originalidad en sus estructuras de cantería. Consta de dos plantas y otra parcial en el nivel de la azotea, toda alrededor de un patio central.

Durante 82 años el establecimiento ganó fama y clientela por la calidad de sus productos. En 1900, tras la muerte de Triolet, la dirección técnica quedó en manos de Dolores, la esposa, quien mantuvo las características de la Botica y el mismo profesionalismo de sus fundadores.
Distinguen al Museo Farmacéutico sus colecciones, estando entre las más importantes la de los libros de asentamiento de recetas. En ellos se aprecian prescripciones hechas por ilustres galenos matanceros como Font, Madan, Verdugo, Carnot, Saavedra, Abascal y Betancourt, entre otros.

También se conservan productos naturales usados en la botica para elaborar los medicamentos, una muy numerosa colección de albarelos de porcelana francesa, así como frascos de cristal de factura norteamericana de diferentes colores. Se aprecia intacto su laboratorio en el que se destacan alambiques, percoradores, lixibiadores, etc.
El Museo conserva toda la estantería original de la botica, así como cientos de miles de etiquetas de cristal y papel empleadas para rotular los productos medicamentosos. Ocupa la planta alta la casa de vivienda de la familia Triolet – Figueroa, así como sus laboratorios privados.
Sus salas de exposición permanente corresponden a lo que antaño fueran la botica, antigua área de venta, rebotica, 2 almacenes, patio, laboratorio y el zaguán.
La colección de artes decorativas de la primera sala es de las más bellas, numerosas y distintivas del Museo Farmacéutico. Está formada, entre otras piezas, por los extraordinarios albarelos o potes de porcelana, recipientes de uso farmacéutico elaborados de diferentes materiales como cerámica, cristal, opalina y porcelana que se utilizaban para envasar medicamentos o elementos que se empleaban en su obtención.

Son generalmente de color blanco sobre el que aparecen bellos diseños, muchos hechos a mano, con frecuencia policromados, pero en los que siempre se lee el nombre de lo que contenían, por ejemplo, Lúpulo, Raíz de Belladona, Triaca Magua, Hojas de Acónito, Laca Amarilla, Copal o Anís Estrellado. Suman cientos los tipos de medicamentos que se elaboraron en la Farmacia Francesa y que hoy se conservan en el Museo Farmacéutico.
La mesa dispensarial, exuberante exponente de la segunda sala del Museo (Rebotica), fue diseñada por el Dr. Ernesto Triolet Lelievre.
Sus planos originales forman parte de los fondos del Museo Farmacéutico. La parte superior está hecha de dos piezas de jocuma amarilla, mide 5.51 metros de largo, 1.02 metros de ancho y 0.95 metros de altura; posee porta frascos y porta etiquetas giratorios y está rodeada de 32 gavetas y un guarda-aserrín, abridor y portallaves, así como dos tablas auxiliares usadas para la preparación de medicamentos. Sobre su superficie, y con fines expositivos, pueden observarse moldes para elaborar supositorios, óvulos vaginales y obleas, así como capas graduadas, pildoreros, prensa corchos, mechero y hermosos y blanquísimos morteros de mármol de diferentes tamaños.

En la fachada del Museo Farmacéutico de Matanzas, cuelga el Farol de la Guardia, que cada lunes, ininterrumpidamente desde 1882, ilumina la ventana de la guardia. Mandada a hacer especialmente por los Doctores Triolet y Figueroa, esta maravillosa pieza, de factura inglesa, está constituida por una caja metálica de forma redonda con incrustaciones de vidrio coloreado en diferentes matices que entretejen la bombilla principal, con respiradero en la parte superior.
Allí desafían el tiempo la mesa dispensarial, piezas del laboratorio, los libros de asentamiento de recetas, la colección de albarelos y el farol de la guardia. Después de un proceso de restauración iniciado en el 2003, otros espacios de la edificación, como la casa de familia, pueden también visitarse.

El Dr. Ernesto Triolet Lelievre se casa con la señorita María Dolores Figueroa y Marty; de esa unión nacieron tres hermosos niños, Alfredo, Celia y Ernesto, quien recibiría y conservaría hasta su muerte, y aún después, el legado de sus padres: la Botica Francesa.

El Dr. Ernesto Triolet Figueroa, hijo heredero, después de estudiar Farmacia se recibe como Doctor en la Universidad de la Habana el 15 de octubre de 1914, según aparece en folio 43 No. 305 de la Secretaria General de esa casa de altos estudios. Desde entonces trabaja en la Botica Francesa, propiedad en esos momentos de su madre, hasta que al ocurrir la muerte de ésta en 1944 pasa a ser su dueño, se mantiene laborando aquí hasta enero de 1964, fecha en que se decide convertir el establecimiento en el primer museo farmacéutico de Latinoamérica.

Luego el Dr. Ernesto Triolet Figueroa da muestras de absoluta entrega y de amor infinito a la Farmacia que lo vio nacer y trabaja en el nuevo museo hasta el año 1979 en que ocurre su desaparición física. Durante todos estos años enseña todo cuanto sabe sobre los valiosos bienes que esta Institución atesora, esforzándose en demostrar cómo conservarlos fundamentalmente a partir del amor por ellos, esta era su gran meta y a ella se refirió cuando dijo:

… "esta Botica constituye el ideal de mi vida, puesto que en ella nací y dentro de ella me crié. Me consagré a mantenerla en el orden moral y profesional con el nombre y prestigio de la familia Triolet. No salgo de ella y cuando muera me iré confiado de que alguien la seguirá cuidando".

El Dr. E. Triolet Figueroa, no sólo legó a la posteridad su Botica y sus conocimientos, sino también el celo permanente de los que laboran para cuidarla con esmero.





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