"NO TE SALVA NI EL MEDICO CHINO"
HOLA amig@s saludos 🙋♂️aquí les regalo la Maravillosa historia del tan famoso dicho:
“No te salva ni el médico chino” 😁
Aunque esta frase realmente surge por Cham Bom-biá, botánico chino que alcanzó gran popularidad a finales del siglo XIX en nuestro país, también les incluyo otros, ya que tenemos más de un médico chino en nuestra historia.
El primero del que existen referencias acreditadas es Kan Shi Kom que disfrutó de gran prestigio a mediados del siglo XIX en La Habana. Había sido Médico Botánico en Shan Shian, Cantón, habiendo consagrado su juventud a los grandes estudios de Botánica. A su muerte ocurrida en 1885 en la calle Rayo esquina a San José, donde entonces residía, le siguieron unos funerales con gran pompa que fueron comentados en toda la ciudad.
El “Diario de la Marina”, en su edición del 11 de Marzo de 1871, comentaba que el Médico Chino Kan Shi Kong, el gran botánico, aseguraba que Cuba posee la gran flora… que vivió en la calle de Galiano número 116 e hizo varias curas de suma importancia, usando siempre la flora cubana. De igual modo asegura que conocía perfectamente los campos de Cuba, por haber recorrido nuestras montañas en busca de las hojas y cortezas de los árboles.
El Dr. Kan Shi Kong, jamás reveló los grandes secretos que poseía. Sus grandes escritos con respecto a la flora cubana, se encontraban en poder de su colega el Dr. Li Chi Chong.
Por esta nota encontrada en la publicación “El moro muza”, de Marzo de 1864, es evidente que los médicos chinos ya habían demostrado sus habilidades y conocimientos en Cuba, con anterioridad al que tenemos referencias:
“… Y si hay brujas ¿por qué no ha de haber también mágicos, hechiceros, adivinos y todo lo demás que reza la historia? Para sacarle de su error le diré que, en efecto, tenemos aquí una joven llamada Charito, que es adivina y que cura todas las enfermedades tan bien como puede hacerlo un médico chino…”
En Santiago de Cuba, hay referencias de otro médico botánico chino de nombre españolizado Don Domingo Morales. En la última epidemia de cólera en nuestro país (1867 – 1872) trataba a sus pacientes satisfactoriamente con masajes en las regiones axilares, práctica médica china recogida en una obra clásica del siglo XVI, el “T’uei na pi kieu”, o “Tratado de los Masajes”.
Destacado también lo fue Liborio Wong, médico botánico de agricultores chinos en las cercanías de Manzanillo. Wong, cuyo verdadero nombre era Wong Seng, se incorporó al Ejército Libertador desde comienzos de la contienda y se destacó como capitán ayudante del Mayor General Modesto Díaz, con quien combatió valientemente. Cuando se llevó a cabo el Pacto del Zanjón, ayudó a salvar el honor de Cuba, al mantenerse junto a las fuerzas del Mayor General Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá. Es considerado un héroe de la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878).
Pero aunque hubo muchos otros chinos que se destacaron en la cura de enfermos mediante el uso de plantas curativas, el que motiva esta publicación es sin dudas Cham Bom-biá, quien ha trascendido a nuestro imaginario popular, por ser el más conocido de todos los que ejercieron esta “profesión” y del que ha quedado en nuestro folklore la frase “No le salva ni el Médico Chino”, desde hace mucho mas de un siglo.
Como prueba de ello, esta nota aparecida en el “Diario de la Marina” el 20 de Abril de 1870:
“…En el mes de Junio, comienza a adquirir fama de médico el chino Cham Bom-Bia, y este se trasladó a Matanzas y a la Habana, donde se hizo célebre por sus grandes curas, conocido por el "Médico Chino”. "Ni el médico chino lo salva” eran los dicharachos cuando había algún enfermo grave…”.
Se le describe como un hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algo oblicuos que usaba una larga perilla rala, pendiente del mentón, acompañado de un bigote caído al estilo de la Manchuria y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso. En su trato se advertía un correcto caballero y vestía como los occidentales con una holgada levita de dril, y con chistera y chaqué tal como correspondía en Cuba a la imagen de un médico en esa época.
Cham Bom-biá, perteneciente a la etnia Jaca, del sur de China, como tantos de sus compatriotas, agregó a su nombre el patronímico cristiano de Juan. Por el expediente promovido para adquirir la ciudadanía hispana en 1860 sabemos que tuvo residencia constante en la Isla desde que se le concedió carta de domicilio en La Habana.
Llegó a Cuba en 1858, como miembro de una expedición de chinos culíes contratados para trabajar en la agricultura. Al comienzo ya radicado en La Habana, se dedica al oficio de cigarrero y poco después ya realiza sus “curas de males” entre sus vecinos de la calle Maloja, en el barrio de los Sitios.
Había estudiado la botánica en su País pero, al no tener certificación oficial para ejercer en su consultorio, establecen en su contra una querella judicial por el ejercicio ilegal de la medicina. Pierde su casa de Maloja y es recogido en el hogar de otros paisanos que le ayudan a subsistir, dándole techo y alimentación.
Se traslada a Matanzas, y pone su consultorio en la calle de Mercaderes, esquina a San Diego, donde habita desde 1864 hasta 1871. En esta ciudad ejerce con no menos popularidad que en La Habana, pero una nueva acusación, y pocos clientes, hacen que en 1872 se traslade a Cárdenas, por ser esta ciudad, en ese entonces, asiento de un gran número sus compatriotas, lo que le garantizaba una mayor aceptación y clientela.
En Cárdenas, Perla del Norte, estableció su hogar donde tenía su propio dispensario para elaborar los medicamentos, aunque también se los confeccionaban en una farmacia china que existía en la Tercera Avenida número 211, de dicha ciudad.
Su domicilio era junto al antiguo cuartel de Bomberos, en las calles Coronel Verdugo esquina a la Avenida de Vives. En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista y el uso de sus miembros.
También tuvo tiempo para tener ocho hijos varones, nacidos todos en lechos de concubinas, aunque falleció solitario en su propio domicilio, por lo que se hicieron conjeturas de que había sido envenenado por los familiares de un enfermo desafortunado, mientras otros alegaron el suicidio. Está enterrado en una humilde sepultura del cementerio de Cárdenas.
Fué el más conocido de los médicos botánicos chinos en Cuba. Aunque su verdadero nombre era Chang Pon Piang, que el habla popular cubano lo transformó en Cham Bom-biá, que significa en castellano “Sol Amarillo”.
En el ejercicio de su carrera actuaba con absoluto desprendimiento, cobrando honorarios a los ricos, y conformándose con decirles a los pobres:
“Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga”.
Puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundos conocimientos en la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantos médicos occidentales. Toda la cultura y los conocimientos de estos botánicos, generó en Cuba una tradición propia en el uso de las plantas medicinales, que alcanzó su máxima expresión en la persona del sabio Juan Tomás Roig Mesa.
Del Dr. Chan Bon Biá, todas las fuentes aseguran que era un buen médico, lo que confirma el dicho ante un paciente muy complicado: “¡a usted no lo salva ni el médico chino!”. Era una persona queridísima entre las familias cubanas. Dejando recuerdos gratos e imperecederos para todos los que lo trataron en aquella época. Ya quisieran muchos médicos ser recordados, como él, más de un siglo después.
Y nos deja también el conocido estribillo:
“Chino manila Cham Bom–biá, Cinco tomates por un reá” Que EPD🙏.