PALABRAS DE NUESTRO APÓSTOL JOSÉ MARTÍ.
«Es licito y honroso”, dijo, «aborrecer la violencia, y predicar contra ella, mientras haya modo visible y racional de obtener sin violencia la justicia indispensable al bienestar del hombre; PERO CUANDO SE ESTA CONVENCIDO de que por la diferencia inevitable de los caracteres, por los intereses irreconciliables y distintos, por la adversidad, honda como la mar, de mente política y aspiraciones, no hay modo pacifico suficiente para obtener siquiera derechos mínimos en un pueblo donde estalla ya, en nueva plenitud la capacidad sofocada, o es ciego el que sostiene contra la verdad hirviente, el modo pacifico: o es desleal a su pueblo el que no lo ve y se empeña en proclamarlo. No quiere a su pueblo el que le ahoga la capacidad. No quiere a su pueblo el que empeña en detenerlo en pleno mundo, en la hora en que los pueblos émulos y semejantes le toman la delantera”
«Los pueblos, como los hombres, no se curan del mal que les roe el hueso con menjunjes de ultima hora, ni con parches que les muden el color de la piel. A la sangre hay que ir, para que se cure la llaga. No hay que estar al remedio de un instante, que pasa con él y deja viva y mas sedienta la enfermedad. O se mete la mano en lo verdadero, y se le quema al hueso el mal, o es la cura impotente, que apenas remienda el dolor de un día, y luego deja suelta la desesperación… A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es mas que eso: el que va a las raíces…”
«La masa SANA, que siguió siempre al autonomismo porque creyó que con el se iba a la independencia, se irá, entera, a la revolución. Mientras mas viva, mas revolucionarios habrá.
«Las etapas de los pueblos no se cuentan por sus épocas de sometimiento infructuoso, sino por sus instantes de rebelión. Los hombres que ceden no son los que hacen a los pueblos, sino los que se rebelan. EL DESPOTA CEDE AL QUE SE LE ENCARA con su única manera de ceder: NO CEDE JAMAS A QUIEN SE LE HUMILLA los que le desafían respetan nunca a sus acomplices. Los pueblos, como las bestias, no son bellos cuando, bien trajeados y rollizos, sirven de cabalgadura AL AMO BURLON, sino cuando de un vuelco altivo desensillan al amo»