<< Barbarito Diez: La Voz que le diera notoriedad al danzón >>
Para todos aquellos que ya somos «mayorcitos», Barbarito Diez representa una leyenda que nos devuelve una buena cantidad de agradables recuerdos.
Los que sí lo vimos cantar, nos mueve un respeto a su voz tan limpia, equilibrada y a la vez capaz de transmitir múltiples emociones.
Creo que en la historia de nuestra música se pueden encontrar pocos cantantes con un estilo tan peculiar como el suyo, esa incomparable elegancia que se mezclaba entre la voz y los gestos, transformaron sus interpretaciones en incomparables momentos de placer.
Desde su posición casi inmóvil se ganó al público durante seis décadas.
El momento en que su voz llega a la radio,con la banda de Romeu constituye un elemento clave en su carrera.
No se puede olvidar esa epoca donde el cantante hizo un repertorio envidiable de grandes canciones cubanas de compositores como Eliseo Grenet, Ernesto. Lecuona, Sindo Garay , Manuel Corona , Moises Simons, María Teresa Vera, Miguel Matamoros, Luis Casas Romero, Félix B. Caignet y Eduardo Sánchez, dejando listas las composiciones para el deleite de los bailadores.
Estas canciones se enriquecieron con su interpretación.
La grandeza de Barbarito se comprende mejor cuando escuchamos en la voz de otros cantantes canciones que él hizo un hit, su forma de cantar fue tan extraordinaria que la comparación resulta inevitable.
Su fidelidad a esta forma tan bailable no permitió que las modas lo arrastraran por otros caminos aunque a más de veinticinco años de su muerte, en 1995, sigue presente y admirado por varias generaciones de cubanos sobre todo entre los que quieren que el danzón nunca muera.