Pasajes del café con leche en la Historia de Cuba.
Un desayuno típico cubano consiste en pan con mantequilla y café con leche. El café con leche se prepara con leche caliente o tibia y un poco de café fuerte, todo bien azucarado. En muchas ocasiones, se estila cortar el pan en pedazos y mojarlo en el café con leche antes de comerlo, como suelen hacer los americanos con las donas en el café. Luego se acostumbra a tomar una taza pequeña de café cubano bien fuerte (si es que no se tomó antes del desayuno). Un desayuno más elaborado puede contener croquetas, queso o jamón y jugo de frutas, mermeladas o panqué.
Escribió el destacado historiador y periodista Ciro Bianchi:
“Algún día habrá que hacer un estudio acerca del papel del café con leche en la vida cubana. O mejor, en la vida habanera. Lo cierto es que la sabrosa y reconfortante mezcla, más clara o más oscura, aparece en los momentos más cruciales e insospechados de nuestra historia.”
Cuando John Niewhof, de la West Indies, inventó esa bebida en Brasil, por lo que se erigió un monumento en Pernambuco, no pudo imaginar cómo y hasta qué punto se enraizaría el café con leche en nuestra capital, al extremo de que al reparar en ella los que venían del interior del país decían que los habaneros éramos unos muertos de hambre.
Según estudios, el popular y cubanísimo café con leche, tuvo su origen en el siglo XVII, no en Cuba ni en España. Un llamado Dr. Monin, ciudadano de Grenoble en Francia, fue el primero que tuvo la idea de mezclar el café con la leche.
Se le añadía por lo general al café con leche un pintica de sal. El genial Guillermo Álvarez Guedes cuenta que los cubanos son los únicos que le echan sal al café con leche, y creo que es una verdad absoluta. Pero no hay que olvidar una realidad: el café con leche, las fritas, los tamales, los bollitos de carita, las majúas, los chicharrones de viento y de pellejo y el pan con lechón fueron platos recurridos en extremo en la gastronomía popular.
Para tener idea de lo que representa el café con leche, en la madrugada del 5 de septiembre de 1933, el profesor Ramón Grau San Martín, antes de salir de su casa en la calle 17 esquina a J, en el Vedado, invitó a café con leche a los estudiantes que fueron a buscarlo para acompañarlo al campamento militar de Columbia, donde sería designado miembro de la Junta Ejecutiva o Pentarquía que sustituyó al presidente Carlos Manuel de Céspedes después del golpe de estado del 4 de septiembre de ese año. Y Batista, también en el campamento militar de Columbia, en enero de 1934, interrumpió la reunión que sostenían allí civiles y militares que discutían el reemplazo de Grau por Carlos Mendieta para invitar a los presentes a degustar un café con leche en su casa.
El desaparecido líder ortodoxo Eduardo Chibás cada vez que se batía en duelo (lo hizo nueve veces) pasaba por la cafetería Kasalta, a la entrada del reparto Miramar, actualmente a la salida del túnel de 5ta. Avenida, y pedía un café con leche doble. El senador Félix Lancís, enterado de que se había llevado a cabo el golpe de Estado contra el presidente Prío, pidió a su esposa que le sirviera un café con leche antes de trasladarse al Palacio Presidencial. Batista, en la madrugada del 1 de enero de 1959, con los rebeldes pisándole ya los talones, ingirió una taza de café con leche antes de trasladarse al aeropuerto militar y dejar la Isla.
Pruebas inequívocas de que el cubano afronta muchas pruebas mediante la toma de un café con leche.
Ah y la discusión de un negocio o una cita importante se sellaban con un café con leche. El Dr. Orestes Ferrara (italiano que peleó en la guerra de independencia de Cuba), dió origen a una expresión política cuando exclamó: “Esta es una República de café con leche y chicharrones”.
Un saludo para todos.