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Piscina Claude, la obra de ingeniería cubana que generaba electricidad desde el

Piscina Claude, la obra de ingeniería cubana que generaba electricidad desde el océano.

En la bahía de Matanzas existe una peculiar poceta que se ha convertido en punto de encuentro de parejas y que todos conocen como la Piscina de Monsieur Claude. No obstante, la gran mayoría de los que allí acude a bañarse o a darse besitos a escondidas, desconoce que se encuentran sobre los restos de lo que fuera uno de los inventos más revolucionarios del siglo XX.

Por allá por el año 1930, un francés de nombre George Claude, quien había zapateado medio mundo en busca del sitio apropiado para un invento que se traía entre manos, llegó a Matanzas y se dispuso a montarlo allí.

El proyecto era nada más y nada menos que la primera planta termo-marítima del mundo, la cual sería capaz de producir electricidad casi sin costo.

La idea se basaba en la utilización de las significativas diferencias de temperaturas entre la superficie de la bahía de Matanzas y sus aguas profundas.

La empresa no era tan compleja en términos científicos y consistía en utilizar las aguas de la superficie para evaporar un líquido de bajo punto de ebullición (en aquel caso el amoníaco) y utilizar los vapores de este para el funcionamiento de un turbogenerador.

Aquella maravilla llegó a ver la luz y se mantuvo en funcionamiento durante unos 3 meses, entregando unos 300 kilowatts hora.

El elevado costo de la inversión fue tema de conversación en aquel entonces, ya no pocos cuestionaban factibilidad de lo que proponía Claude, cuyo proyecto tuvo un costo de poco más de un millón de pesos.

Todo pintaba bien hasta que, como es bastante frecuente en el trópico, un inoportuno huracán llegó para arruinar el ingenio en tan solo unos pocos minutos.

Los matanceros se hicieron a la idea que por más que levantaran una y otra vez la planta termo marítima, los huracanes no dejarían de pasar por Cuba, por lo que fueron perdieron el interés en el proyecto de Claude y todos los vestigios de aquel peculiar proyecto fueron desapareciendo con el paso de los años.

De todo aquello tan solo quedó el recuerdo y una poceta, la cual ha quedado como sitio de encuentro para los enamorados, quienes no tienen la más mínima idea de quien fue Monsieur Claude, pero que le agradecen por haberles dejado un espacio en el que dar rienda suelta a sus amoríos.

Por Cubacute.com





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