Por Cindy G
Una docena de niños rodeaban con habitual algarabia el carrito del granizado. Una mezcla de amarillo, rojo grana, verde y naranja pero en el fondo el mismo sabor dulce empalagoso que mezclado con el hielo molido en el fragil cono de papel resultaba un manjar a la salida de la escuela en medio del calor sofocante. El granizadero diligente rompia su propia marca de servicio vertiendo al unisono 3 mezclas de colores en los recipientes perfectamente ubicados sobre una ingeniosa base con orificios que sostenia el continente. El comerciante mas buscado en el parque del colegio.
Los ochenta no solo tuvieron buena musica, tambien un raro y codiciado elixir de a peso que muchos recordamos con cariño