Públicación de nuestros miembro: Roberto Salazar Trujillo. ☺
Historias Habaneras:
¨Ashe, gunseco, makature¨, todas estas palabras tomadas de los dialectos yoruba, abakua y palo monte, tienen dos puntos en común, primero que significan en español ¨Bendiciones¨. El otro es que sirven de introducción para hablar sobre una persona la cual en su época represento el sincretismo religioso y cultural en Cuba. Hoy abordaremos la vida Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit.
Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit nace el 27 de noviembre de 1829 en Guanabacoa, La Habana. Siendo bautizado e inscripto en el libro de Bautismos de ¨Pardos y Morenos¨ el 3 de Enero de 1830. Como era costumbre los hijos de esclavos obtenían el apellido de sus dueños. Su madre Juana Mina fue una esclava propiedad de Doña Leonor Petit, del padre ni siquiera se menciona el hecho de que fuera conocido, aunque existe la posibilidad que fuera el esposo de Doña Leonor Petit. Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit era un mulato alto, de buen porte, delgado. Además de pulidas y finas facciones, rasgo que aseveran nuestra teoría acerca de su verdadero padre, gestos elegantes y poseedor de un verbo sutil y perspicaz. Conocido como un hombre afable, de mirada profunda y conceptos inquebrantables. Poderes de persuasión poseía su sola presencia, mostrando un carácter indomable, tesón y valentía. Educado en la fe Católica siempre se hizo acompañar por hombres de sotana, sabía leer griego y latín siendo Terciario de la Orden de San Francisco de Asís. De su formación en la regla del palo monte y la religión yoruba solo podemos decir que sus iniciaciones ocurrieron de forma paralela con su educación católica, llegando a dominar el dialecto lucumi y los sietes dialectos bantú los cuales tienen su origen Zimbague, Mozambique, Angola, Namibia y el noreste de Botswana. Debido a su ascendencia africana se inicia en la primera Sociedad Secreta Abakuá fundada en La Habana en el municipio de Regla bajo el nombre de Efi Buton que contó con la protección del cabildo carabalí Apapá Efi y con aprobación del gobierno de España para asentarse en esa zona. Sus grandes dotes como adivinador hicieron que alrededor de Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit le circundara un misticismo tal, al punto de reconocerlo como hacedor de milagros.
Anécdotas de la época cuentan como Don Andres Petit caminaba las calles de La Habana calzado con sandalias, vestido con levita negra y siempre acompañado de su portentoso báculo adornado con dos casquillos de plata por ambos lados semejante a los utilizados por los plaza en el abakuá, del cual se asegura que era tan poderoso que bastaba con que lo levantara y dijera las palabras mágicas de ¨Adiós, mi niño¨ para que lo mismo paralizar en plena calle al enemigo empecinado e incluso hacerle perder la vida o predecir de forma certera el número ganador de la lotería. De igual manera contra todo pronóstico lograba que un culpado, o culpable, procedente de familia adinerada saliera absuelto en el juicio, demandando como único pago que la familia ofrendara limosnas para los pobres del convento. En una ocasión, durante una visita en la casa de un criollo con título nobiliario, otro de los visitantes le protestó al anfitrión por recibir a un mulato, a lo que éste contestó tranquilamente que ese mulato no era un mulato cualquiera, sino un caballero de color. Con estas anécdotas podemos tener una idea acerca de la poderosa imagen y respeto que acompañaba a Don Andres Petit.
A Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit también se le atribuye el hecho de fungir como punto de unión entre los hombres negros y blancos dentro de la Sociedad Secreta Abakuá al crear a sus 34 años la primera potencia de ñáñigos blancos llamada Mukarará Efó o Aknarán Efó el 24 de diciembre de 1863. Esta rama estaba ubicada en la calle San Lázaro número 115 entre calle Galiano y calle San Nicolás en la barriada que en la actualidad es conocida como Centro Habana , cuyos miembros pertenecían a las mejores familias de la nobleza criolla. La aceptación de los hombres blancos dentro de la Sociedad Secreta Abakua ayudo a liberar de la cárcel a varios hermanos de religión, deshizo el tabú de que el Abakua fuera una Hermandad netamente de negros provenientes del Africa, para convertirse en una Hermandad de todos los cubanos y lo más importante evitar a toda costa la desaparición del Abakuá, pues era objeto de la persecución de las autoridades coloniales.
Hecho que suscito el rechazo de muchos ñáñigos, orquestándose en su contra un plan para asesinarlo. La acción se realizaría en el momento de su llegada de tierra santa y el vaticano; realizada según investigación entre los años 1865 y 1870, donde se reunió con el Papa Pío Nono el cual bendijo la rama de olivo con la que confeccionó su báculo, además de darle permiso para fundar la regla Kimbisa Santo Cristo del Buen Viaje. Se dice que en el preciso momento en que Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit se percata del inminente peligro alzo su báculo tranquilizando de manera inexplicable a sus atacantes saliendo ileso de dicha emboscada.
La creación de la regla Kimbisa Santo Cristo del Buen Viaje es uno de los mejores ejemplos de sincretismo en Cuba, ganando así el sobrenombre de Andrés Kimbisa. En dicha regla no solo se adoraban a los númenes del Palo Monte, sino que también a los Orichas de la santería cubana y los santos de la iglesia católica. La inclusión del crucifijo dentro de la regla de Palo Monte, el cual era depositado dentro de la ganga o caldero, fue uno de sus legados, así como exigir al iniciado realizar un juramento entremezclado de mandamientos cristianos como no blasfemar ni maldecir, perdonar a su enemigo, atender a sus hermanos y sobre todo, no traicionar a la hermandad.
Don Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit fallece el 20 de mayo de 1878 en la casa en que habitaba en Guanabacoa, sita en calle de Candelaria en el número 40 a la edad de 48 años. En la actualidad se desconoce la causa de su muerte o el lugar donde reposan sus restos. Se cuenta que su poderoso báculo pasó a manos de Don Fernando Ortiz, y que este hecho está muy ligado a su reconocimiento como el segundo hombre de más claridad en Cuba.
Repleta de inquietudes intelectuales y espirituales fue la vida del hombre que fue ejemplo vivo del sincretismo religioso y cultural en cuba, luchando en todo momento por lograr tender un puente entre todas las religiones imperantes de la época. Este gran sentimiento de pertenencia religiosa, el cual desde el punto de vista espiritual puede considerarse contradictorio, ha logrado que su figura como religioso fuera una de las más prominentes en el segundo tercio del siglo XIX. El respetado taumaturgo habanero, Abakuá, santero, palero, espiritista, terciario de la muy católica Orden de San Francisco de Asís y profeta en su tierra decía…¨todas las religiones son buenas, y cuanto más profesen mejor…¨, demostrando así la capacidad infinita de su fe.
Texto: Roberto E. Salazar Trujillo
Edición: Michel Almaguer Ación
Foto: Tomada de Internet