¿Qué sabes sobre los chinos en Cuba? De todas las migraciones que, a través de la historia, se produjeron hacia Cuba, la china fue la más desequilibrada respecto al sexo. Esto explica que, el gran número de chinos –hombres- que arribaron al país, se vieran obligados a mezclarse con otras razas, tales como los criollos o los africanos. Es por ello que, si se hace una observación de las características fenotípicas de la población cubana, es muy común encontrar personas que no son descendientes directos de culíes, pero que sí conservan determinados rasgos físicos, como los ojos, la forma del rostro y el cabello.
Aunque, en la actualidad, existen solo cuatrocientos descendientes directos de chinos en todo el país, el mestizaje étnico que se ha producido a través de los años ha sido significativo. Ello se ha evidenciado en la cultura de la Isla, que se ha nutrido de las raíces chinas, incorporando diversos elementos distintivos de esta nación a la sociedad cubana.
La presencia china en Cuba ha marcado los hábitos alimenticios del país. Aunque muchos solo atribuyen la ingestión de arroz como herencia de esta milenaria cultura, lo cierto es que su impronta ha rebasado los límites de la gastronomía. Es necesario mencionar el cultivo del pepino, la col, las habichuelas, la naranja china y el mamoncillo chino como elementos que aportaron los horticultores culíes que se asentaron en la Isla.
De igual forma, el archipiélago ha heredado algunos instrumentos como la cajita china y la corneta china, que pasaron a formar parte del acervo cultural del país. Así sucede también con la denominada “danza del león”, que cada año forma parte de los populares carnavales de La Habana.
La presencia china en Cuba se remonta al siglo XIX. En esta centuria ocurrieron dos procesos migratorios, cuyos participantes estuvieron estrechamente ligados a las guerras de independencia. La primera oleada ocurrió entre los años 1847 y 1883. Estos culíes –que, según se calcula, eran alrededor de ciento cincuenta mil- sufrieron peores condiciones de explotación que los africanos y sus descendientes.
Su arribo a la Isla, bajo contrato, y dependencia del yugo colonial, evidenciaron la fuerte crisis que estaba sufriendo la esclavitud en el contexto cubano de aquella época. Esto explica el porqué de la incorporación de disímiles culíes al proceso emancipatorio efectuado entre 1868 y 1898. Es necesario remarcar que este proceso de inmigración fue el que incorporó el budismo a la Isla, que actualmente se continúa practicando, aunque en menor medida.
Más tarde, en el siglo XX, como producto del caos que sufría la China continental, otra pequeña oleada migratoria se produjo hacia Cuba, aunque también distribuyó la población culí hacia otras latitudes.
La segunda oleada migratoria, también en el siglo XIX, fue de chinos provenientes de Estados Unidos –principalmente de California- que partieron debido a la xenofobia que se estaba desatando en la nación norteamericana. Su estatus en la Isla fue diferente al de aquellos que arribaron de primeros, y se evidenció en el aporte que realizaron al desarrollo del comercio en el país, así como a la formación de una comunidad china en Cuba.
Más tarde, en el siglo XX, como producto del caos que sufría la China continental, otra pequeña oleada migratoria se produjo hacia Cuba, aunque también distribuyó la población culí hacia otras latitudes.
Según se calcula, en 1920 existían treinta mil chinos “puros” en Cuba, todos hombres. Ello explica el mestizaje étnico que se produjo en el país, que trajo consigo un significativo número de descendientes de chinos, que llega hasta la actualidad. Es por ello que muchas personas se han lanzado a la búsqueda de sus raíces, no solo las africanas o europeas, sino también las culíes. ¿Será usted también, lector, un descendiente de chinos?
Por: Talía Jiménez Romero