RAMON ESPIGUL, nació en septiembre de 1893 en La Habana, era el menor de tres hermanos, a los 14 años estrenó los primeros pantalones largos, para ayudar a la familia, como era de rigor, comenzó a trabajar, como ayudante, en la Aduana de La Habana.
En esa época presenciaba en la incursiones nocturnas teatro vernáculo, siendo un asiduo al Teatro Alhambra, allí llegó a conocer a Raúl del Monte y a Feliú, los negritos de moda. En 1908 decide, junto a una actriz, a interpretar duetos en sitios frecuentados noctámbulos. En 1909 el compositor Luis Casas Romero, director de la orquesta del teatro Payret, lo presenta en dicho escenario chiflando la criolla Carmela, recién compuesta.
En 1910 comienza a presentarse en diferentes cines y teatros de barrios, en La Habana y los alrededores, entre ellos el cine Fedora, ubicado en la calle Belascoaín, allí conoce a la que sería la compañera de toda la vida, Dolores González. En ese propio año, Raúl del Monte, lo incorpora en la compañía, lo presenta por toda la isla y viajan a Puerto Rico y Santo Domingo.
En 1929, realiza una gira por toda la isla, las presentaciones en Camagüey ejemplifican no solo la sustancia del repertorio, también lo prolongada de las actuaciones en las provincias orientales. Debuta el 11 de febrero y efectúa funciones hasta el 3 de marzo. Aparece nuevamente en octubre –era el regreso a La Habana— y del día 3 al l7 pone en escena 8 obras. Desde pequeño sintió inclinación por la música y el teatro, chiflaba las canciones a la perfección, apoyándose melódicamente, en una tarjetica sujeta entre los dedos, que se llevaba a los labios. Un día comenzó a chiflar una melodía de moda y logró la ejecución íntegra sin apoyo, sin tarjetica, desde ese momento se dio cuenta que aunque era difícil había vencido: no necesitaba apoyatura para los silbidos musicales.
Desde desde joven, se destacó chiflando con toda perfección, como si ejecutara en un instrumento cualquier melodía; en innumerables ocasiones hacia gala de esta destreza y armonía musical en los mosaicos, debuta como actor en el quinteto La Japonesita, desde los inicios al frente de la compañía teatral, fue adicto a ofrecer funciones enlazadas de sainetes cortos unitarios, que él denominaba "mosaicos", eran pequeñas obritas, intercaladas con variedades musicales. El procedimiento provenía de los llamados "quintetos", compuestos por cinco actores (podían ser también "sextetos"), que acostumbraban utilizar esta fórmula rápida, de escasa decoración— podía resolverse hasta con una cortina o americana y bajo costo.
Se retiró con 51 años de edad y 36 años de actuaciones. Falleció en La Habana en el año 1952 y el acompañamiento de los restos a la necrópolis de Colón constituyó un acontecimiento en la historia teatral del país.